Hace algunos años la carrera de odontología era privilegiada por los postulantes al sistema de educación superior que buscaban profesiones con amplio campo laboral para su ejercicio. La razón: sólo unas cuantas universidades y además de carácter tradicional, impartían la carrera en el país.
Hoy, existen cifras que entrega el Colegio de Dentistas de Chile que hablan de una abultada oferta formativa.
39 escuelas de odontología en Chile, siendo nueve de universidades públicas y 30 de instituciones privadas. De las 39, hasta el año pasado, sólo seis contaban con acreditación.
El MINEDUC señala que la carrera dura formalmente 12 semestres, pero en la realidad se da en 14.7. Respecto a sus aranceles, según datos del Consejo Nacional de Educación levantados en diciembre del año pasado, son los más altos del sistema, promediando $ 5.091.076 anual. La universidad más cara, es la de Los Andes, con un costo de $ 5.981.376, mientras que el arancel de referencia de la Universidad de Chile es de $ 4.605.500.
En general el programa de estudio entrega una combinación de teoría y práctica, esta última reflejada en las asignaturas clínicas en donde además de la metodología habitual, los estudiantes realizan trabajos con pacientes, supervisados por los académicos. La formación concluye con un internado asistencial y un trabajo de investigación que conduce al título profesional.
Posterior a esta etapa, algunos titulados tienen la posibilidad de especializarse (también a un alto costo), encausando su carrera profesional en un tema específico de la salud bucal.
Todo dentista titulado debe inscribirse en el listado de profesionales de la Superintendencia de Salud. Y si opta por el ejercicio privado de la profesión a través de una clínica propia, debe cumplir con las normas establecidas por la SEREMI de salud la cual otorga los permisos legales que permiten su funcionamiento.
Según las estadísticas entregadas por la Asociación de Clínicas Dentales, el año 2000 en Chile había un dentista cada 1.848 habitantes. En el año 2011, se estimó un dentista cada 1.133 habitantes y se proyecta que para el año 2016, con 12.000 estudiantes de Odontología (de primero a sexto año), habrá un dentista por cada 630 habitantes.
Datos de la OCDE indican que en la actualidad, la cantidad de dentistas promedio de sus países integrantes es de 1.200 habitantes por profesional.
Podemos deducir que poseemos muchos odontólogos, sin embargo, este escenario no se traduce en un aumento de la cobertura dental.
Según datos de la Encuesta Nacional de Salud 2010-2011, el 27,8% de la población declara no haber visitado nunca a un dentista o no haberlo hecho en los últimos cinco años.
En paralelo, la salud dental global muestra cifras de deterioro permanente, principalmente en la población adulta. No hay muchos estudios actualizados al respecto, pero uno de 1996 (Gamonal) habla de prevalencia de caries de un 99,2% en la población adulta de 33 a 45 años y de 99,8% para el grupo entre 65 y 74 años.
Por diversos motivos, la población que acude regularmente al dentista es baja, versus la sobreoferta de odontólogos. La respuesta a este escenario ha sido, a mi juicio, una disminución en la calidad de la atención dental.
Asimismo, no hay criterios comunes de enseñanza en las universidades las cuales al enfrentar una dura competencia por captar alumnos, optan por disminuir aranceles a costa de bajar la calidad de los insumos que se necesitan para enseñar la profesión.
En lo académico, tengo la convicción que se debería aplicar un examen único general, de manera que todo odontólogo que quiera ejercer la profesión, adhiera a parámetros estándares en formación y conocimientos.
Algunos dentistas ofrecen precios que, a mi juicio, carecen de toda lógica. Recomiendo verificar las condiciones mencionadas para elegir al profesional y la clínica odontológica adecuada, además de utilizar como referencia las tarifas establecidas por el Colegio de Cirujanos Dentistas.
Ante los descuentos extraordinarios, casi mágicos, llamo a pensarlo dos veces.