Egipto es un caos.
Transcurridos dos años y poco más, aquellos miles de manifestantes que celebraban eufóricos la detención del dictador Hosni Mubarak y confiaban en la instauración de los pilares de un gobierno democrático asisten atónitos a la vuelta al pasado.
Los militares han tomado una vez más el poder. El enemigo contra el que lucharon y vencieron cumple hoy arresto domiciliario y lo más probable es que los delitos por los que se le juzga desaparezcan de su expediente.
Mientras, Mohamed Morfi, el fanático religioso que gobernó por mandato de las urnas y que cerró los cauces para la construcción de un Egipto plural está detenido y sus seguidores se toman desafiantes las calles exigiendo su liberación.
Para consuelo de aquellos egipcios que se rebelaron contra el gobernante déspota y lograron su salida, la efímera revolución que encabezaron prendió en países próximos donde pasaron a mejor vida regímenes dictatoriales que tenían planificado perpetuarse.
En Madrid, el 15 de mayo de 2011, miles de españoles y también inmigrantes llegaban a la puerta del Sol, el kilómetro Cero de España, para hacerse escuchar. Era el estallido de una primavera que quedaría en la historia.
Convocados por las redes sociales , esa masa humana , de manera pacífica , portando pancartas y entonando cánticos improvisados, enviaba un mensaje certero a los políticos ,“no nos representan”, al mismo tiempo que pedían que reconocieran su responsabilidad en el mal manejo de una crisis que ya afectaba a millones de personas.
Desempleo, precariedad laboral, recortes presupuestarios que implican principalmente a la educación, la sanidad y conquistas sociales por las que se había luchado desde hace años, pusieron en acción a esa multitud que salió a las calles.
Para asombro de los políticos, la Puerta del Sol se transformó en una asamblea popular permanente donde se escucharon propuestas y denuncias contra un sistema depredador e injusto con la mayoría.
Lo que se vivió en el corazón de Madrid convocó a la prensa mundial. Y entre ellos había una chilena. Cecilia Barriga , directora de cine que desde el primer minuto de la acampada , cámara al hombro, se dedicó a filmar a los protagonistas anónimos de esa rebelión de “los indignados “
El resultado de esta dedicación plena de la realizadora a un acontecimiento político y sociológico que tuvo repercusiones internacionales y que entre sus logros se cuenta , entre otros, la paralización de los desahucios por impago de hipotecas, es una película deslumbrante por sus imágenes y por lo que en ella se dice.
Tres instantes .Un grito es su título y en los próximos días 27 y 31 de agosto se exhibirá en la Cineteca dentro del festival SANFIC9. Ella ha elegido Santiago para su estreno mundial.
Antes de partir a Chile, Cecilia Barriga invitó a un pase privado a grupo de amigos y periodistas que al final de la proyección aplaudieron su trabajo. Se trata de un documento audiovisual que atrapa por la verdad , por la autenticidad de lo que en el se muestra . En 96 minutos , Barriga reúne el grito, la voz , los sueños, los ideales y la esperanza de jóvenes -y otros no tanto- por un mundo más justo , más equitativo y más respetuoso con el medio.
Madrid, Nueva York y Santiago de Chile, los tres lugares donde estuvo Cecilia Barriga con su cámara, han vivido a su manera momentos de rebelión ciudadana.
El capítulo de Madrid se titula Toma de la plaza en la Puerta del Sol y el lema que lo identifica es ¡“que no nos representan, que no!”.
El de Nueva York, “Occupy Wall street”, rescata la canción “Somos el 99%”.El de Santiago de Chile se titula Toma del colegio y son protagonistas liceanos que ocuparon las aulas durante siete meses al grito de “¡la educación chilena no se vende!”.
Cecilia Barriga sale airosa y con nota alta con esta película. Producción que suma a una trayectoria ligada al compromiso con la igualdad social, y de permanente indagación de las identidades individuales y colectivas.
Con este documental la directora chilena , residente desde hace años en España, deja abierta la puerta a la esperanza . Los cambios que parte de la sociedad desea son posibles.
Cecilia Barriga ratifica su condición de observadora meticulosa y, a la vez , testigo de una realidad que hace suya a través del ojo de la cámara. Su mensaje no puede ser más contundente.
“Cuando el esfuerzo de una minoría conquista un derecho, los beneficios también recaen sobre quienes les oprimen con violencia y sobre aquellos que permanecen indiferentes, sin hacer nada sino esperar.”