La votación de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia casi unánime a favor del voto de los chilenos en el exterior es una decisión que nos hace bien como país. Por primera vez reconoceremos que todas las y los chilenos somos una comunidad más allá de nuestras fronteras, y es por ello que es muy valorable la transversalidad alcanzada en la votación en el Senado, después de más de 20 años de insistencia. Asimismo, logramos que no existiera ningún requisito más que el que inscribirse en los consulados para votar.
Con ello equiparamos nuestros derechos a los que ya otorgamos a cualquier extranjero que quiere ejercer su ciudadanía y elegir a sus autoridades.
Todo este tiempo hemos visto como los extranjeros avecindados en Chile –peruanos, argentinos, bolivianos, ecuatorianos, entre otros- podían votar en sus elecciones, a través de sus consulados, e incluso, apoyados con locales específicos que la autoridad nacional ponía a su disposición.
Así, ellos ya no son unos “privilegiados” frente a nuestros propios compatriotas que no han podido emitir su preferencia electoral en estos años, y hacemos justicia a través de un derecho que se podrá ejercer definitivamente.
Mucho se ha dicho por parte de la derecha –y era la principal razón de su oposición a permitir este ejercicio ciudadano- que al legislar sobre ello, favorecerían una votación hacia la izquierda, porque insistían que la mayoría de las chilenas y chilenos que viven en el extranjero serían personas que se habían quedado por razones políticas, a raíz del exilio generado por la dictadura militar.
Las cifras demuestran que sólo un 13% de los más de 850.000 chilenos que poseen su residencia en otro país, tienen su origen en el exilio político. El otro 87% es porque ha encontrado nuevos horizontes económicos o bien porque están perfeccionando sus estudios.
Además, el 50% de este total hoy vive en Argentina. Por tanto, más que el oportunismo electoral, por lo que hemos bregado desde el regreso a la democracia, es por el principio de la ampliación de un derecho: el derecho de cada chilena y chileno de escoger a sus autoridades.
Es para mi orgullo como parlamentaria y como chilena que finalmente estemos avanzando en este largo proceso, que ha incluido varios otros proyectos de ley –que siempre fueron rechazados por la derecha- y que junto a los senadores Soledad Alvear y Patricio Walker, hayamos logrado contar con los votos necesarios para hacer efectivo este resultado.
Hemos luchado por ello desde la recuperación de la democracia, y en un mundo globalizado como el de hoy, no tiene ningún sentido conculcar la ciudadanía a tantas y tantos chilenos que residen fuera de nuestro país.
Son muchos los esfuerzos que múltiples organizaciones de compatriotas han realizado por largos años, desde Latinoamérica y Europa –principalmente- promoviendo la importancia cívica de contar con este derecho y sin ninguna condición. Mi reconocimiento y felicitaciones porque su labor ha sido fundamental para mantener en alto la importancia de ello.
Esperamos que avancemos en las siguientes etapas legislativas y pronto podamos culminar con esta importante reforma que ensanchará nuestra democracia, haciéndonos a todos los chilenos ciudadanos, independientemente del lugar donde vivamos.
Así, estaremos frente a un momento histórico y seremos como la gran mayoría de los países del mundo que tienen este derecho y podremos otorgar definitivamente el derecho a voto de las chilenas y los chilenos en el exterior.