En su Mensaje de mayo 2013, y después de sucesivos devaneos, el presidente de la República afirmó que bastaría con la inscripción en el Consulado. Miembros de la Comisión de Constitución del Senado votaron a favor del proyecto de ley el 14 de Agosto. Pareciera estar cerca de lograrse el derecho a voto de los chilenos en el extranjero, después de 23 años de la recuperación de la democracia.
Debemos ser optimistas, pero no ingenuos. El camino democrático ha estado plagado de cortapisas. La lucha por regresar de los exiliados, que teníamos pasaporte marcado con L, hasta el derecho a votar y triunfar en el plebiscito de 1988 fue un avance lleno de obstáculos.
En 1991, se consiguió aprobar la reforma constitucional y se pudo elegir alcaldes. Solo en 2005 logramos eliminar varios enclaves antidemocráticos, la institución de senadores designados y la inamovilidad de los comandantes en Jefe de las FFAA. En esa misma reforma pudimos conseguir que los hijos y nietos de chilenos nacidos en el extranjero sean chilenos.
En 2011 se logró aprobar la inscripción automática, en 2012 la ley de primarias y en 2013 la elección directa de consejeros regionales, luego de muchos años de tramitación.Y todavía no conseguimos cambiar el sistema electoral impuesto en dictadura en 1980.
Es en esta perspectiva donde debemos situar la lucha por el voto de nuestros compatriotas en el exterior. Ella es parte del proceso continuo de profundización democrática, que debe culminar con la elaboración y aprobación de una nueva Constitución para el siglo XXI.
Esa lucha es también parte de nuestro objetivo de acelerar el desarrollo. Fuera de las fronteras físicas vivirá un número creciente de chilenos poseedores de conocimientos nuevos, idiomas, contactos, ideas innovadoras, proyectos, cultura, ciencia e influencia.
En un mundo que se globaliza a gran velocidad el vínculo con un millón de chilenos que viven en otras naciones suma talentos y acrecienta nuestra capacidad de acción internacional.
En un mundo interconectado necesitamos más ciudadanos globales, con educación diversa y cosmopolita.
He puesto el acento en estas dos dimensiones, la profundización democrática y el desarrollo en un mundo globalizado, para destacar el sentido profundo de la lucha por el voto de los chilenos en el exterior. Ella no es un aspecto marginal. Está en nuestro interés nacional.
Debemos ser optimistas, pero no conformarnos con este logro. Es posible que se apruebe pronto en el Congreso, pero la tarea continúa. Hemos de vincular a nuestros compatriotas de mejor manera al desarrollo de Chile. Será preciso establecer nuevos procedimientos, incentivos y articular las redes sociales externas con las internas.
Y hemos de seguir propugnado las otras fundamentales: cambiar el sistema electoral y reformar nuestra institucionalidad, para encauzar las aspiraciones por más igualdad, más participación.