A los noventa años ha muerto Falú, gran guitarrista y compositor argentino. Fue uno de mis héroes en la formación musical que desde niño tuve con la guitarra, aquella que prefiero y que trasciende porque tiene parte de su alma inmersa en las tradiciones populares y otro tanto en la joven historia de este instrumento como uno clásico.
Falú tocaba de un modo enérgico y con sentida vehemencia, como se usa en el folclore para que puedan bailar las parejas, pero también lo hacía con envidiable técnica y gran conocimiento del repertorio clásico del instrumento.
Fui de aquellos que no me perdí un concierto suyo en el Teatro Astor o el Gran Palace durante la década de los sesenta. Había que desentrañar el modo único suyo de cantar y acompañarse con tanta laboriosidad para la mano izquierda, su inimitable estilo.
Fue uno de los grandes compositores de muy sentidas canciones, siendo aquellas con Jaime Dávalos las más extraordinarias. Con qué emoción cantábamos en aquellos años la Tonada del viejo amor,La Golondrina o Canción del Jangadero. Junto a Atahualpa Yupanqui fue referencia ineludible para quienes descubríamos la potencia enorme de la guitarra.
En los años ochenta nos encontramos en Alemania haciendo giras paralelas y compartimos una cena junto a nuestro grupo, el Inti-Illimani, en casa de Alfredo Troncoso, encuentro que nos permitió conocerlo de forma distendida y apreciar su jovialidad, pese a su voz de barítono-bajo que infundía mucha seriedad.
Luego, en los años noventa llegamos a Buenos Aires junto al guitarrista John Williams y asistió a nuestro concierto, ocasión en la que nos deleitó con un solo de guitarra magnífico hacia el final del espectáculo.
Falú fue también un promotor y defensor de los derechos de autor en Argentina ocupando importantes cargos en la Sadaic.
Pero en lo esencial era su guitarra la que se hacía sentir, tocada con fuerza expresiva, sin miramientos ni manierismos circunspectos tan propios de cierta técnica del instrumento que privilegia la pose y desdeña la música y su necesaria intensidad.
En sus manos las cuerdas cantaban y se hacían sentir, zambas, chacareras, bailecitos, milongas y tonadas con bordonas profundas y cantarinas primeras cuerdas.
Nos ha dejado un compositor y guitarrista que acrecentó nuestro espíritu y modo latinoamericano de hacer música junto a otros indispensables como el paraguayo Agustín Barrios Mangoré, el venezolano Antonio Lauro, el peruano Raúl García Zárate, Heitor Villalobos en Brasil.
Hasta siempre Eduardo Falú.