La puesta en libertad de un pedófilo de nacionalidad española por un indulto concedido por el rey de Marruecos, Mohamed VI, ha suscitado un escándalo de proporciones.
La decisión no solo pone en la cuerda floja al monarca ante sus súbditos sino que amenaza las siempre frágiles relaciones entre el país norte africano y España.
Las calles de varias ciudades y pueblos marroquíes fueron invadidas por multitudes de airados ciudadanos que manifestaron su rechazo a la decisión real. No se recuerdan protestas de esta magnitud en Marruecos, país donde la figura del rey es intocable. Ni la rápida intervención de la policía antidisturbios frenó a los manifestantes que gritaban “ a los pederastas los liberan, al pueblo lo encarcelan”.
El indulto que ha suscitado tanto revuelo está rodeado de una maraña de errores y de verdades a medias. A ello se añade el sospechoso curriculum del principal protagonista, Daniel Galván, de 60 años, experto en política y conocedor de la lengua árabe , profesor universitario, condenado por un tribunal de Marruecos a 30 años de prisión por haber abusado sexualmente de once niños de entre 4 y 15 años.
El pasado julio, el rey de España Juan Carlos l, realizó una visita oficial a Marruecos donde fue recibido con honores y gran cordialidad por Mohamed Vl. Tradicionalmente los monarcas de ambos países se han considerados “hermanos”, lo que no ha evitado enfrentamientos diplomáticos entre los dos gobiernos.
En esta visita, además de acuerdos de cooperación en diferentes áreas, el rey Juan Carlos l habló del caso de un ciudadano español, camionero, encarcelado por narcotráfico y en precario estado de salud, para el que solicitó su libertad por razones humanitarias.
Semanas más tarde, Mohamed Vl, haciendo uso de una prerrogativa que sólo él sustenta, amnistió a 48 presos de origen español, de acuerdo a una lista que los gobiernos de España y Marruecos habían confeccionado. Entre ellos no estaba el del camionero que el rey español hizo referencia.Y aquí viene el patinazo. Entre los nombres de estos presos sí figuraba el de Daniel Galván.
Por cierto, se afirma que la lista fue confeccionada por los servicios de Inteligencia del gobierno de España. Y aquí se añade un dato. Galván habría intervenido activamente como agente de espionaje en Irak, antes y durante el derrocamiento de Saddam Hussein. Además se añade que habría nacido en la ciudad iraquí de Basora.
Tratándose de un caso que tuvo enorme repercusión en los medios de Marruecos , en el que organizaciones de derechos humanos y diversos sectores sociales tuvieron destacada participación para que Galván fuera duramente castigado, lo “raro” es que ni a las autoridades de Rabat ni a las de Madrid el nombre de Daniel Galván les “sonara” de algo grave.
Tras conocerse que el pedófilo de nacionalidad española había abandonado Marruecos, con salvoconducto en regla, la indignación ciudadana estalló.
Tres días tardó la Casa Real marroquí en reaccionar. Según la nota oficial Mohamed Vl “nunca fue informado, de ninguna manera y en ningún momento, sobre la gravedad de los crímenes abyectos por los que el interesado- Daniel Galván Viña- había sido condenado”.
Tras destituir a un alto cargo , el monarca ordenó la apertura de una investigación, pidió al ministerio de Justicia propuestas para evitar que se repitan errores como éste, a la vez que revocó el indulto al pedófilo Daniel Galván, detenido en España tras el revuelo originado por su puesta en libertad.
Ahora se abre una batalla diplomática y jurídica áspera.
Para empezar, la cancillería española asegura que remitió dos listas de presos a Maruecos. En una pedía la excarcelación y en otra citaba los nombres de convictos que tienen que cumplir sus penas en cárceles de España. La confusión ,por tanto, fue de las autoridades marroquíes que metieron a todos en un mismo saco.
Además de errores de procedimiento, se añade la particularidad que un indulto ha sido revocado, en este caso, por la máxima autoridad de otro país: el rey de Marruecos. A ello se suma que los tribunales españoles deberán pronunciarse si procede que el pedófilo cumpla los 28 años de cárcel que le restan o que sea extraditado nuevamente a Marruecos. O que se dicte su libertad.
Desde ya, la pelota en este juego de toma y daca está en Marruecos que tiene cuarenta días para presentar cargos contra el pedófilo que se les escapó desde sus narices.
Lo que está claro es que los reyes deben tener cuidado. Los ciudadanos, la plebe, los vasallos, o los súbditos están dando muestras que no están dispuestos a tolerar sus metidas de pata.