01 jul 2013

Después de las primarias

Es valioso que, por primera vez, se haya realizado en Chile una elección primaria legal para elegir candidatos a la Presidencia. Es un progreso en materia de participación ciudadana. La participación de más de 20% de los votantes habilitados fue una positiva sorpresa.

Los resultados confirmaron la gran adhesión con que cuenta la ex Presidenta Bachelet. Revelaron también el surgimiento de una nueva figura política, el ex ministro Andrés Velasco, que obtuvo el segundo lugar pese a no tener el apoyo de ningún partido.

La votación de Claudio Orrego es meritoria debido a los obstáculos que enfrentó dentro de su propio partido. Es obvio que esa votación no refleja la influencia nacional de la DC, cuyo aporte es indispensable para el éxito de un eventual nuevo gobierno de centroizquierda.

El triunfo de Pablo Longueira sobre Andrés Allamand demuestra que las máquinas partidarias todavía cuentan, y que el apoyo de Golborne quizás aportó los votos necesarios para sacar ventaja.

Se incorporan ahora a la competencia presidencial otros 4 o 5 candidatos, lo que dificultará la posibilidad de que la elección se resuelva en la primera vuelta (para ello, el ganador tendría que superar a todos los otros candidatos juntos), por lo que quizás haya que votar de nuevo en diciembre.

La expansión del universo de electores que provocó la inscripción automática y el hecho de que el voto sea voluntario obliga a ser cauteloso en materia de predicciones.

El espacio de incertidumbre es hoy mucho mayor, y las encuestan están bajo sospecha. No sabemos cuánta gente que ayer no votó se sentirá motivada en los próximos meses para ejercer ese derecho el 17 de noviembre, ocasión en la que también se elegirán parlamentarios. No hay cómo saber cuál será el comportamiento de los electores debutantes.

En otras palabras, no está todo dicho, y sería un error que los dirigentes de la centroizquierda creyeran que la carrera presidencial ya está corrida. La responsabilidad del bloque opositor es ofrecer ahora una alternativa confiable a la mayoría del país.

¿Qué elementos ponen en la balanza los ciudadanos al decidir su voto? Deben ser muchos, pero el factor determinante es la confianza o desconfianza que les inspiran los postulantes. Los electores tienen una idea aproximada del programa del candidato con el que simpatizan, a veces bastante vaga, pero “apuestan” por esa persona, confían en que actuará con buen criterio, que gobernará para todos, que no se someterá a los grupos de presión, en fin, que hará todo lo posible para que el país se interne por un sendero de progreso, no de crisis.

“Los gobiernos no pueden hacer feliz a nadie, dice Fernando Savater ,basta con que no lo hagan desgraciado, que es cosa que sí pueden lograr en cambio bastante fácilmente” (“Política para Amador”). Es preferible, podríamos agregar, que los candidatos no ofrezcan felicidad al contado ni en cuotas. Pueden comprometerse a impulsar políticas públicas que eleven el bienestar, la calidad de vida, pero si ofrecen felicidad es como para desconfiar.

En épocas de campaña, los candidatos enfatizan la voluntad de garantizar los derechos de la personas, lo cual está muy bien, pero no suelen hablan de deberes. Se supone que si lo hacen, perderían votos. Pero los deberes existen, y si no los cumplimos es muy difícil que la sociedad mejore.

¿Cambios? ¡Por supuesto! Pero, definamos claramente hacia dónde. ¿Mejor educación, mejor salud, mejores pensiones? ¡Cómo no! Pero tenemos que precisar las vías para conseguirlo, o sea, las buenas intenciones deben traducirse en buenas políticas. Aspiramos a tener una sociedad más justa, con verdadera igualdad de oportunidades, pero la cuestión es concretar esa perspectiva dentro del régimen democrático, lo cual implica descartar los atajos.

Siempre se parte de lo que existe. Cualquier promesa de cambiarlo todo o casi todo no puede ser seria. Que un dirigente estudiantil razone de ese modo es comprensible, pero no un parlamentario o un candidato presidencial.

Chile necesita reformas políticas, económicas y sociales, y para que hacerlas realidad se requieren amplios acuerdos. Es improbable que una reforma sustancial sea impuesta por la mitad del país a la otra mitad. Pero incluso si hubiera una gran mayoría a favor de una postura, la minoría no debe ser avasallada.

Todas las grandes reformas de 1990 hasta hoy han sido el fruto de acuerdos de ancha base. Lo deseable es que el país cuente con políticas de Estado en todas las áreas sensibles: política fiscal, sistema tributario, estrategia de energía, relaciones exteriores, etc.

Sería útil que los candidatos presidenciales hicieran el ejercicio de imaginar no solo el momento de su entrada a La Moneda, sino especialmente el momento de su salida. Vale decir, cómo quedará el país al término de su mandato. Eso los obligaría a ser realistas y también a ponerse a sí mismos mayores exigencias para asegurar que el país progrese de verdad y para que las obras sean duraderas.

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  • RuizMnica

    Ya se puede decir que el País no ha podido encumbrarse con este gobierno de derecha. Muchos pensaron que el Ejecutivo tendría todo a su haber para ejecutar una buena gestión . Los empresarios que están más arriba no han tirado , no han elevado al País como se pudo haber pensado . La cuestión no resultó… se va este gobierno y el resultado no ha sido bueno. Hay que tirar desde abajo hacia arriba ya que los de arriba no respondieron con audacia .y el gobierno les cuida como vacas sagradas . Pensemos en un País en donde la justicia social se dé realmente , los sueldos medios comparados con los mega sueldos, Las grandes empresas comparadas con una pobre pyme que cambia de rubro con frecuencia para sostenerse . Las pensiones del trabajador común y corriente comparadas con

    las de las Fuerzas Armadas después de 40 años , y con personas ya jubilando deja ver la miseria del patético modelo creado en Dictadura . Jubilados que muestran y relatan un triste final de su propia historia … 40 años trabajados para llegar a ser pobres . Vemos una desproporción enorme en donde cadas ser humano tiene los mismo órganos en su cuerpo sin embargo , tiene dificultades para alimentarse por no contar con un ingreso que se lo permita . Para muchos este gobierno no cumplió con Chile . Es de esperar que en algún momento se miren y se reconozcan del gran error que han cometido .

  • C.bercovich

    a pesar que es muy temprano para ahogarles la fiesta a las primarias binominales, tanto el gobierno como la concertacion tienen que hacer un analisis como corresponde para saber qué pasa con sus adherentes frente a una eventual campaña presidencial de forma objetiva.

    La representatividad de las elecciones primarias fue de un 20%, eso esta muy bien, pero cabe la impresión que finalmente voto una gran mayoría dura de la izquierda y la derecha solamente, es muy raro que un adherente de cualquiera de los 2 sectores se haya restado de participar, es decir la izquierda y la derecha dura.

    me atrevería decir que fue en su mayoría quienes se restaron, fueron los votantes indecisos, o “flotantes” o quienes definitivamente no son representados por ninguna de las 2 coaliciones.

    La mayor votación se concentro en las grandes ciudades, y por cada uno de los pactos se ve una baja representatividad en relación con el padrón efectivo (superior a 13 millones de votantes). si el padron hubiese sido el anterior a la inscripción automática, quizás podríamos hablar de proyecciones para noviembre, pero con el actual ni a luces de lo que pasará.