Desabrido, plano, desconectado, ilusorio, sin alma, salvo algunas insinuaciones de estar intuyendo algo distinto, más osado, al menos atreviéndose a la incertidumbre de no saber realmente un modo a priori, afirmando que debe ser un modo diferente, que manifestó José Antonio Gómez, en general –lamentablemente- sólo más de lo mismo, pura “solucionática de la problemática”.
Durante el llamado primer “Debate” de pre-candidatos, tocó escuchar discursos aprendidos, respuestas ensayadas, repetidas, palabras sin impregnación de vida, “fomes”.
Hablaban desde el supuesto de saber cuáles son nuestras necesidades y el camino para satisfacerlas. Resulta evidente que no es así, suena todo bien, podré coincidir en sus pensamientos, pero no sabe a distinto, y si hay algo claro es que más de lo mismo ya no es posible.
No, sus discursos no seducen a los despiertos, a aquellos que ya distinguen entre una producción intelectual irreal y una manifestación viva, con palabras encarnadas, brotadas de un interlocutor que está instalado en una perspectiva expandida de observación de lo real, más justa, mejor integrada, más lúcida, que da mejor cuenta del momento; una observación que además se va re-creando a cada instante, realizada por un observador que está dispuesto a no saber todavía, que no se identifica con la producción de su intelecto y que trabaja para desarrollar la Presencia Conciente, que asume la necesidad de prosperar y alcanzar una observación más genuina de la realidad para más propiedad en su actuar.
Escuchar a alguna persona que se expresa desde allí, si bien puede producir confusión en aquellos que están acostumbrados a ordenar la información rápidamente en el intelecto, permitirá a los sensibles, reconocer un aroma a novedoso, a recién creado, a frescura, a aporte evolutivo, sintonía fina, activación en otro plano de vibración, entusiasma. De esto no saboreamos en este primer intento de debate.Valorar la “civilidad” del momento, es errado. Si bien no se produjo conflicto, tampoco hubo encuentro.
Cuando escuchamos a Marcel Claude, que en sus palabras alude a la esfera de los Derechos del Ser Humano, que los reclama como tales, que cuestiona y muestra la constate vulneración de los mismos en este modo de organización social que nos hemos dado, se aprecia una altura más esencial para mirar el desafío, se abre una esperanza.
Alfredo Sfeir, reconoce y explicita la Dimensión Espiritual de la existencia, parte desde allí, lo demás habrá de re-ordenarse considerando este principio esencial. Hoy esta dimensión está excluida en la mirada comprensiva de los fenómenos, y en las respuestas que se ofrecen, su integración significaría una transformación realmente profunda y requerirá de destrezas actualizadas, en este plano, en quienes conduzcan tales transformaciones.
Permanecemos atentos a seguir conociéndoles, para poder dar fe de la presencia de suficiente coherencia y fuerza para sostener la altura pese al boicot constante que significa la resistencia que brota y seguirá brotando desde la inercia de lo de siempre.
Somos nosotros, los ciudadanos quienes estamos siendo llamados a manifestar nuestro poder.
Somos los protagonistas de nuestra propia transformación y requerimos de un responsable que haya ya experimentado un ajuste evolutivo en su modo de conocer, un ajuste epistemológico, que incluya más y mejor que lo de siempre. Nosotros somos los sensores de calidad en este plano.