“Es un Chile de oportunidades, es un país maravilloso”, nos dice Pablo mientras inicia una marcha, pues él no sabe bailar, sólo desfilar. En esta vida unos cumplen sueños y otros metas, Pablo tuvo sueños/metas, que son nuestras pesadillas, todas infundidas por una ouija.
Tener sueños es una empresa romántica, y si éstos anhelan el bien común son los mejores. Tener sólo metas sin sueños, es propio de una vida limitada.
En el Chile ido para siempre, quienes anhelaban metas por sobre sueños convivían, o lo intentaban, con los soñadores. Eran pragmáticos que ahogaban quimeras, sin embargo, hasta ellos no se prohibían ciertos sueños del mundo ideal donde imperaba el derecho de pernada.
Así, cada bando, que no eran sólo dos, exponían a través de sus diarios, radios, revistas, canciones y cátedras ensoñaciones para ese Chile perfecto. Unos ideaban una sociedad socialista, otros una justicia social católica, algunos un Estado laico de archivadores y los Quincheros la primae noctis ad eternum.
En ese Chile con más sueños, nació cierta vez un niño llamado Pablo que sólo tenía 14 años cuando militares y civiles de derecha llegaron para enviar los ideales hacia la pesadilla del crimen, la desaparición y la tortura.
Y lo hicieron con eficiencia de programa espacial, no sólo por los miles de muertos, pues a cuatro décadas los chilenos tienen hoy en sus almas metas y no sueños. Impera consolidada desde 1990 una cultura individualista, consumista, disciplinada, escéptica, clasista y de un aspiracionismo alimentado matemáticamente desde la farándula.
Si hoy a un chileno usted le pregunta qué haría si se gana la lotería, éste no responderá como en los 60 que anhela irse en globo por el mundo, responderá lacónico: “¡Pagaría todas mis deudas!”. Ése es el país maravilloso fruto de los sueños de Pablo, Jaime, Adolfo, Benito, Augusto y Toribio.
A modo de ejemplo, en el Instituto Nacional de la dictadura nos enseñaron chauvinistamente que era de perdedores tener sueños y de ganadores poseer metas.
¿Quiénes cumplieron entonces sus sueños?, ciertamente no quienes, deseaban un país construido en democracia, no fue la Nueva Canción Chilena, fue la Nueva Ola que actuaba en el Festival de la Una.
Los países que lograron superar la cuestión social sí existen y no son esos demonizados infiernos caribeños lujuriosos, que tanto gusta citar la derecha chilena, cuando no puede justificar los crímenes de su dictadura, pues nunca les tocó un PC o PS chileno torturador que organizó policía secreta cuando llegaron a La Moneda.
Pablo creció en dictadura teniendo sueños/metas construidas en dictadura, ensoñaciones al son del “paso de ganso”, para conseguir los fines que insufló en su alma Jaime.
Si Hitler tuvo su arquitecto en Albert Speer, Pinochet, lo obtuvo en Jaime. Las edificaciones delirantes de Speer fueron destruidas tras el horror del holocausto y jamás tendrían cabida en una Alemania democrática, las de Guzmán están incólumes hace 33 años y el ADN del Chile pos 1990 vive calmo en los barrios que ésta edificó en el sector oriente.
Pablo logró sueños y metas, trabajó muy duro esos 17 años para lograr este país maravilloso que tanto acomodó a renovados y rentables, donde el 80% de los trabajadores gana menos de 450 mil pesos, con un miserable 15% de sindicalización, una educación y salud pública abandonada, con millones de endeudados.
¿Algún miembro de la elite tiene a sus hijos en colegios del sector poniente?, si su respuesta es “muy pocos, tal vez o ninguno”, es porque todos vivimos en el sueño de Pablo.
De un 78% de alumnos inscritos en colegios públicos en 1981, se pasó a un 57,8% en 1990 y a un 36% en la actualidad (datos Fundación SOL).Otra quimera lograda por Pablo y que la LGE aprobada con los bracitos en alto el 2009 no buscó nunca revertir, prohibiendo el lucro en la educación básica y media.
Hoy ya no se cree en utopías, sí en “relatos” y metas, sólo así se explica aceptar hoy a regañadientes cambiar la arquitectura fraudulenta, pero cómoda, de la constitución del 80.
Díganle a Pablo que duerma tranquilo y siga soñando como un adolescente, pues se garantiza un nulo desmantelamiento del sendero onírico abocetado por Jaime en lo que se viene. Debería entender Pablo, que sólo se desea avanzar al tipo de constitución que España logró luego de Franco y también potenció la existencia de dos bloques.
Pablo relájate, todo se diluirá en el Senado binominal, seguiremos como felices cautivos de este incestuoso y distorsionado sueño húmedo de 40 años, donde el genocida se fue impune y quienes trabajaron para él hoy son honorables.
Calma Pablo, recorre el país sin miedo real, nada amenaza el legado de Jaime, no hay sueños desde Reagan & Thatcher, sólo metas, deudas y no hay espacio para un poeta ridículo que venga y diga: “Sueño que un pequeño país / con las alas bajo la piel / rompe su coraza de olvido / Vuelve a nacer” (Murga Agarrate Catalina, “Los Sueños”)