Nuevamente se ha puesto en el tapete la situación que afecta a Cristóbal C.M., más conocido como el Cisarro, no podemos desconocer que el problema que afecta a éste y a muchos otros jóvenes, se debe a una pésima política de recuperación social, de exclusión sistemática y dramática, de abandono y de incapacidad desde muchos segmentos, para abordar metodologías que tengan como finalidad caminos de justicia y de esperanza, en particular para estas familias vulnerables.
No en vano, y con un sentido de realismo que molesta a muchos es que la Fundación Paternitas ha lanzado una campaña, denominada “Chilenos perdidos”, por los distintos medios de comunicación, audiovisuales, escritos y digitales, de manera de interpelar y dar a conocer de forma adecuada esta coyuntura social.
Esta consiste en mostrar testimonios de seis jóvenes, que antes que victimarios fueron víctimas de una secuencia de horrores, que los llevan a actuar de un modo, tantas veces irracional y manipulados por la tiranía de sus propias pasiones. Han sido sumergidos en su propio mundo de perdición, negándoseles de mil maneras el rescate, quedando a la deriva, envueltos en sus propios miedos, desenfrenos y oscuridades.
La campaña antes mencionada produjo poca empatía en no pocas personas, expresando su aversión, en algunos casos, de manera agresiva y con conceptos que nos han parecido cuestionables.
La libre expresión es valiosa, pero cuando esta propone aberraciones como por ejemplo: “mejor abortar que fabricar futuros delincuentes”, demuestra que algunas personas se encuentran más “perdidas”, que quienes motivaron nuestra campaña. Es más, aquello es intolerancia, ausencia de diálogo, visión y pensamiento cavernícola, peligro inminente.
Nuestra experiencia, por 20 años, afirma categóricamente que un planteamiento sólido de recuperación, que incluya al entorno familiar y social, de quien fue víctima por abandono e indiferencia, jamás cierra los ojos ante la esperanza y el mundo soleado que se le presenta.
Queremos mostrar con “Chilenosperdidos” que los actos delincuenciales en la inmensa mayoría de los que los cometen, tienen una historia y “una razón de ser”, que al auscultar a fondo y al encontrar la herida sangrante, desde el conflicto, podemos invitar a mirar con optimismo, con confianza, con fe y fortaleza el nuevo día que comienza y encontrarnos como sociedad.