La educación ambiental se basa en la premisa de que las acciones individuales sí importan. Por lo mismo las alienta especialmente en los niños y jóvenes.Sin embargo no hay una respuesta única a esta interrogante. Su importancia dependerá de las variables ambientales que se están considerando.
Dependerá también del alcance de las decisiones individuales y éstas a su vez dependen del nivel de impacto de quienes realizan dichas acciones. La acción individual de Douglas Tompkins, por ejemplo, tiene mayor alcance e impacto que las del promedio de la población. Si en cambio hablamos de gente común, no de gerentes a cargo de decisiones estratégicas o tomadores de decisiones políticas, el análisis es menos claro.
En general las acciones individuales tienen poco impacto en las variables ambientales. Reducir, por ejemplo, el consumo de agua domiciliario en un par de metros cúbicos al año, es marginal en el entendido que el 80% del agua que se consume a nivel país se debe a la agricultura.
El 10% del 4% (consumo domiciliario) es aún más marginal (en el supuesto que pudiéramos concertar una reducción conjunta de un 10%).Además, el ahorro de agua tiene, en la mayoría de los casos, connotaciones económicas más que ambientales. Siempre en aquellos sistemas en que el costo del consumo se traspasa íntegramente al usuario, hay un incentivo económico al ahorro, a diferencia del consumo compartido o subsidiado.
¿Una adecuada política ambiental sería entonces eliminar los subsidios al consumo de recursos naturales? Probablemente lo más significativo en términos de uso eficiente del agua sería modernizar las tecnologías de riego agrícola. Lo que no constituye una acción individual.
El reciclaje es otra acción ciudadana asociada a decisiones individuales. ¿Cuál es su impacto?Marginal. Muy marginal. Simbólico. Lo simbólico no es malo. De hecho es muchas veces necesario. Las batallas ambientales se dan efectivamente en el ámbito de lo simbólico.
Pero mientras unos pocos reciclan, todos aumentamos nuestro consumo exponencialmente.La tasa de reemplazo de nuestros bienes se ha acortado, generando una frenética demanda por bienes y servicios ajena a una necesidad de reemplazo por avería u obsolescencia. Esto no es un privilegio de los grupos de altos ingresos, sino que se ha masificado en las últimas décadas.El recambio de teléfonos celulares es un claro ejemplo.
El caso del papel es otra muestra de la contradicción de las acciones individuales. A pesar de que el reciclaje de papel es emblemático y se apela a salvar árboles mediante la reducción de su uso, el efecto colateral es el incremento del uso de aparatos tecnológicos (ebooks, tablets, entre otros), el que opaca cualquier intento altruista de salvar dichos árboles.
De hecho es mucho más amigable con el medio ambiente volver al papel y reducir el consumo de productos electrónicos de difícil disposición final, reciclaje y que contienen metales pesados que contaminan y persisten en el ambiente. El papel es un producto cuya materia prima es renovable (plantaciones) y además reciclable. Desalentar el uso del papel, no parece una acción ambiental inteligente, si viene acompañada de un incremento en el uso de bienes sustitutos.
El reciclaje, ya sea de papel o de otros productos, seguirá siendo una acción individual marginal mientras el costo de disposición de residuos en Chile siga siendo bajo. No habiendo incentivos económicos para reducir nuestros residuos domiciliarios, la motivación ambiental de carácter altruista seguirá siendo insignificante (pero simbólica). Lo mismo con los paneles solares u otras acciones individuales de personas más “conscientes”. Nuevamente lo más significativo para impulsar el reciclaje sería una política pública que encarezca la disposición de residuos domiciliarios e industriales.
Por otra parte, para ampliar el análisis habría que preguntarse si son igualmente marginales los impactos negativos de las acciones individuales. En este caso la respuesta también es variada.
Por una parte, la sumatoria de acciones individuales siempre generará impactos ambientales negativos de mayor alcance. Como ejemplo de texto está el uso del automóvil. En contraste, el positivo uso individual no concertado de la bicicleta aporta un beneficio ambiental marginal.
El uso de leña en el centro sur de Chile también es un buen ejemplo de cómo la sumatoria de conductas individuales termina afectando ambientalmente a nivel macro. Conductas individuales que en la mayoría de los casos tienen una lógica económica.
En el caso de la leña, el bajo costo y la ausencia de combustibles alternativos de similar costo y menor impacto. O en el caso de los autos, el crecimiento económico, la facilidad para contraer créditos y la reducción del costo de los automóviles, supera cualquier consideración altruista de carácter ambiental (en la población promedio). La reducción de uso del automóvil entonces pasa por encarecer su uso; lo que es ambientalmente deseable, pero políticamente difícil de implementar en ausencia de sustitutos atractivos (transporte público de calidad).
Cuáles, entonces, son las acciones individuales no concertadas que generan impactos ambientales positivos, no marginales. Probablemente ninguna. La acción individual no impactará a no ser que logre escalar, concertarse o bien generar una estructura de acción mayor.
Los desafíos ambientales no se dan en el marco de las acciones individuales, por mucho que se intente evangelizarnos de lo contrario. Los desafíos se dan en las acciones concertadas, las representaciones institucionales, tanto públicas como privadas. Los anhelos ambientales son anhelos comunes y debe dárseles un tratamiento público acorde a esta realidad.
La concertación de voluntades ambientales a través de la organización civil podría ser la respuesta. Articular las acciones individuales dispersas, darles forma, contenido y peso en un debate nacional o global. Sin este escalamiento que permita incidir en la planificación nacional de la sociedad, las acciones ambientales individuales son sólo simbólicas.
Para terminar y rebatiendo todo el análisis anterior, también se podría señalar que las acciones individuales sí importan, destacando como ejemplo los significativos logros en materia ambiental que se han logrado a partir de acciones individuales de personas visionarias. Este enfoque es absolutamente válido.
Tenemos el caso de Gifford Pinchot en Estados Unidos, o de Federico Albert o Godofreo Stutzin en Chile, solo por nombrar algunos. Valiosos esfuerzos que terminaron generando estructuras permanentes, como fue el caso del Servicio Forestal de Estados Unidos (Pinchot), la institucionalidad forestal en Chile (Albert) o una de las más importantes organizaciones ambientalistas a nivel nacional como es Codeff (Stutzin).
Pese a que este enfoque es correcto, no es el tipo de acción ciudadana ambiental de carácter individual del que estamos hablando.