Hoy en la mañana debí concurrir a una notaría a realizar una declaración jurada. Los trámites siempre me ponen de mal humor, pero llego al extremo cuando me veo en la necesidad de ir a una notaría y no solamente porque todas me quedan a trasmano, sino porque considero que es una burla y una estafa ir a hacer una declaración personal bajo juramento propio y tener que pagarle a un señor o señora que no me conoce ni me ha visto jamás ni se interesa por preguntarme algo sobre lo que él está dispuesto a dar fe, diciendo que firmé ante él. ¡Las pinzas!
El notario de hoy no me vio ni yo a él, pues el papel con mi declaración ingresó a su oficina, supongo, en manos de una persona que tampoco me conoce y salió con una firma ¿o un garabato? junto a un timbre de color azul desteñido.
Sin embargo, para nuestra sociedad y nuestro sistema ese sencillo y fraudulento acto basta para creer que lo que se ha jurado es cierto. ¿Y si no lo fuere, incurre en alguna falta la persona que dio fe y que aseguró (mintió) que firmé ante ella? Me parece que no.
Entonces, ¿de qué sirve su firma? ¿No bastaría con la mía, que sí estoy dispuesto a sostener lo que declaro? Definitivamente, llego a la conclusión de que un acto notarial de esta naturaleza es una simple farsa legal. ¡Eso sí! Es legal, porque el notario en cuestión está respaldado nada menos que por el Poder Judicial del Estado. ¡Caramba!
Junto a mí, en un largo mesón, había otras varias personas que esperaban realizar su trámite notarial. Por pura entretención y para mantener activa la mente, saqué la cuenta y el resultado fue que en menos de cinco minutos, el Sr. notario se había embolsado $ 20.000 por hacer diez veces su firma (garabato), aunque después comprobé que mi cálculo había quedado corto, pues dos personas iban a firmar ante notario un contrato de arriendo que habían pactado y esa firma es más cara.
Mucho más debió pagar una mujer que iba a firmar la escritura de una propiedad que estaba adquiriendo con un largo crédito hipotecario a veinte años. ¿Y si el arrendatario no paga a fin de mes o la mujer no cumple con uno solo de sus dividendos, de qué sirve haber firmado ante notario?
Algo no me queda claro en este negocio, porque en definitiva la notaría es un negocio. ¡Y de los buenos! ¿Quién gana en Chile más de $20.000 en menos de cinco minutos? ¡Los notarios! ¿Se justifica?
Es muy probable que exista una o varias explicaciones legales que justifiquen la existencia de las notarías, pero yo las desconozco y mi sentido común no me proporciona los argumentos suficientes.
Pero es el caso que este tema lo he conversado con muchos familiares, amigos, colegas y conocidos de muy buen nivel cultural y nunca ninguno de ellos ha podido fundamentar una defensa de esta práctica.
Por el contrario, yo he podido comprobar que en la gran mayoría de los países no existen las notarías y todo funciona perfectamente. Entonces, me asalta esta pregunta: ¿por qué en Chile son necesarias las notarías?, ¿no basta que un ciudadano chileno declare algo por escrito o se comprometa bajo firma a cumplir un compromiso pactado por escrito? ¿No tiene valor su palabra?
Ahora bien, si a lo ya expuesto agregamos al análisis que no es fácil lograr la autorización judicial para ser notario, que a lo largo de Chile los apellidos de los notarios se repiten muy curiosamente, que las funciones notariales se heredan casi como un feudo, etc. el tema se pone mucho más interesante de analizar.
Pero esa tarea debería ser realizada por alguien experto en asuntos legales y no por mí, que soy un simple usuario de notarías. Doy fe.