“Hazte parte” es la invitación que nos hace este año la campaña de socios del Hogar de Cristo. ¿Por qué esta invitación?, ¿por qué alguien tendría que sentirse convocado a ser parte?
Haciendo historia y buscando en ella la razón por la cual yo misma decidí ser parte hace ya 25 años, recordé -como si fuese hoy- cuando todavía estudiando trabajo social en el sur de Chile pude descubrir que este Hogar era el refugio de muchos a quienes la vida les había sido esquiva, de muchos que esperando tiempos mejores se hicieron viejos y de muchos que llenos de capacidades y fortalezas no pudieron desarrollarlas por falta de oportunidades.
Fue allí cuando descubrí también la capacidad infinita de las personas para reinventarse, para continuar y hacer frente a la adversidad.
Descubrí con satisfacción que la pobreza, la desesperanza, la falta de oportunidades, pueden revertirse cuando se disponen apoyos especializados, servicios profesionales adecuados, y la indispensable contención, confianza y vínculo.
Ese fue el fuerte y claro llamado que sentí en mis oídos y mi corazón, ese que suele llamar con la convicción y energía que acompaña las decisiones de la juventud.
Hoy, el ser parte de la historia del Hogar me ha permitido conocer de cerca la injusticia y la justicia, el abandono y la acogida, la esperanza y la desesperanza, el dolor y la alegría, las visiones y las cegueras de la que es capaz nuestra sociedad.
Conocer el rostro más duro de la pobreza y la injusticia, como el dolor de la mamá cuando no ve alternativas para su hijo, la impotencia del padre que no logra ser el sostén para los suyos, el niño que sin posibilidad de entendimiento es abandonado por sus padres, o el hombre que arruinado en el alcohol se deja llevar por la calle y la soledad.
Sin embargo a lo largo de estos 25 años, también he sido testigo -gracias a Dios incontables veces- de la generosidad, del milagro de la gratuidad y de la voluntad de ayuda inquebrantable de la que somos capaces los seres humanos. Testigo de la alegría de la madre cuando una escuela quiere recibir a su hijo adolescente que ya creía perdido en la calle, o cuando un “loco” recluido por años entre paredes hospitalarias, descubre que su discapacidad mental no lo imposibilita para vivir con amigos, ir de compras, trabajar e incluso enamorarse.
He sido testigo mil veces de la maravilla que es el hombre cuando recupera la esperanza y la justicia se hace presente.
La invitación a “ hacerse parte” es una invitación a asumir protagonismo en la historia, no sólo ser testigo sino de algún modo involucrarse.
La invitación a “hacerse parte” es universal, no requiere de convicciones religiosas o políticas determinadas, la invitación a hacerse parte sólo requiere ser consciente de la humanidad y dignidad que compartimos .
Hoy te invito a hacerte parte.