La última vez que se realizó en forma seria una Política de Desarrollo Exportador, con instrumentos potentes, eficaces y eficientes, que en ese entonces apuntaba a la diversificación de nuestra oferta exportable, principalmente de empresas medianas productores de bienes no tradicionales y con un alto grado de transformación, fue a fines de los setenta, mediado de los ochenta. Que contó de una batería de herramientas, coherentes, consistentes y sobre todo, transversales, no existía un sector más privilegiado que otro, como ha sucedido en los últimos 15 años, en que sólo unos cuatro a cinco sectores son en los que se ha concentrado todos los recursos.
Se fijaron tres pilares que sostenían este gran impulso exportador, el primero era la No exportación de Impuestos, el segundo un ProChile fuerte, con importantes recursos para apoyar a todos los sectores y el tercero era un tipo de cambio real alto y estable.
Esto generó que entre el año 1985 y el 2002, las exportaciones de manufacturas, pasaran de representar tan sólo un 4%-%5, del total exportado a casi 22% de todos los envíos de nuestro país al exterior.
Se crearon consorcios de exportación, la asociatividad era fomentada por CORFO, al igual que el mejoramiento de la productividad y la gestión, no como hoy, que sólo se ha abocado al ámbito financiero, que no está mal, pero no es la única necesidad del país ni las empresas. Estas comenzaron a salir al mundo, a las Misiones, Ferias, tanto comerciales como tecnológicas.
Salvo un ProChile que hace casi milagros, con sus escasos recursos, toda esta estructura ya no existe y los últimos 15 años, nuestras exportaciones no tradicionales, han respondido a la inercia que se traía de la política anterior, al esfuerzo individual de algunas empresas, a los importantes recursos inyectados al sector alimenticio, principalmente agrícola y al fuerte incremento del precio del cobre desde mediado del 2003, que si vemos los volúmenes enviados en los últimos 10 años, prácticamente se han sostenido.
En discursos no nos hemos quedado cortos, desde la bullada segunda fase exportadora, hasta todo el dinero despilfarrado en las diferentes campañas de Imagen país, que han aportados grandes estudios y experiencias de otros países, pero de instrumentalizar algo, nada.
Sabemos que los hermanos peruanos no nos quieren mucho, que los chilenos nos tenemos alguna estimación, pero de una identidad que podamos difundir en el exterior y hacernos realmente conocidos, ni hablar.
No podemos olvidar en estos últimos años, la mala copia que se hizo del PIPE 2000 español, que no pasó de algunos cursitos a empresas en su mayoría microempresarios, los fondos del BID para crear una política que nos ayudara a aprovechar los tratados de libre comercio suscritos por el país y así, una serie de iniciativas aisladas (se deben haber creado unas tres o cuatro ventanillas únicas), que no respondían a ninguna Política, a ninguna Estrategia País.
No podemos desconocer que hemos avanzados en temas como la modernización del Servicio Nacional de Aduanas y los trámites que se realizan en su mayoría a través de internet y, y, y…lo siento, no se me viene nada más relevante a la memoria.