Me resulta penoso advertir que una persona de supuesto buen criterio, como el ministro Joaquín Lavín, haya incurrido en aceptar y otorgar paternidad a la iniciativa del recetario de cocina para familias pobres que se difunde por el ministerio que encabeza en la página web del Fosis.
Sé que hay muchas personas que han denostado esta idea, porque representa una petulancia incalificable, pero también un menosprecio a las familias de menores ingresos que no se puede aceptar.
Sin embargo, ello no es lo más grave. Lo que resulta profundamente delicado es que se pretende reducir la alimentación de los hogares de menores ingresos a un estándar de niveles mínimos, infamantes. Se intenta legitimar un nivel de tal precariedad, “un chupe de repollo”, como se le denominó, de manera de condicionar el consumo de los hogares más humildes y perpetuar la desigualdad.
Si llegamos al extremo que una familia de cuatro personas puede comer con dos mil pesos significa, entonces, que se puede continuar indefinidamente viviendo en niveles de extrema precariedad.
Además, este supuesto recetario derrumba el mito del “pleno empleo” del gobierno y desnuda que estamos en un país que vive circunstancias de una extensión de un tipo de ocupación laboral tan exigua, que un organismo público pretende crear la costumbre de ingerir, por los más pobres, el mínimo de proteínas de lo que un ser humano requiere para reproducirse a sí mismo y a su entorno social.
Se quiere invitar al país a que se tolere que una parte de los suyos sea capaz de sobrevivir, pero no de vivir con la dignidad que Chile hoy puede entregar a todos quienes habitan en su suelo.
Estamos ante una pretensión autoritaria sumamente peligrosa: tolerar y convivir con una fractura social irreparable.
Hacernos parte de un modelo económico-social en que, aproximadamente, un quinto de la población está condenada al subconsumo y a una congénita subalimentación.Un Chile con parias, “humanoides”, mal nutridos, con sopas aguadas y sin proteínas. No es el Chile a que todos y todas debemos aspirar.
Además, desde el punto de vista valórico, con este recetario se está abriendo la puerta hacia la completa ruptura del principio de la solidaridad, ya tan debilitado por el hiper consumismo que afecta a nuestra sociedad.
Con este instrumento se pretende tranquilizar las conciencias y adormecer los remordimientos de muchas personas, debido a que con el se puede llegar, simplemente, a pensar que no es necesario ser solidarios, si resulta tan fácil alimentarse. Basta con tener dos “lucas”.
Esta aberración no es posible que se implemente en nuestro país.
No deseo acusar al ministro Lavín de un burdo maquiavelismo al concretar esta idea.Pero él ya se equivocó una vez, cuando sugirió que el sueldo mínimo se dividiera en dos, lo que significaba condenar a los trabajadores de menores ingresos a una situación de indigencia definitivamente humillante.
Ahora, en esta nueva iniciativa, sus repercusiones son inverosímiles, ya que se proyecta desde este recetario que las familias vivan en niveles que Chile no puede tolerar.
Todo ello me hace solicitar, humildemente, al ministro que esta iniciativa sea desechada por sus efectos definitivamente aberrantes.