Una vez más, como todos los años y como una fecha consagrada, aunque movible en nuestro calendario público, llegan los resultados del SIMCE.
Una vez más, va la lista de escuelas y liceos privados y públicos que encabezan los ranking.
Una vez más, sin novedad ninguna: mientras mejor es el nivel socioeconómico familiar y mayor la selectividad del estudiante, mejores son los resultados en este indicador.
Seamos sinceros ¿a alguien le podría extrañar que los liceos bicentenarios obtuvieran buenos resultados, si fueron creados con el propósito de reunir allí a los mejores y más destacados estudiantes? Estos liceos, no están haciendo otra cosa, que “descremar” de los mejores cuadros al resto de escuelas y liceos públicos de las comunas en cuestión.
Pero, ¿podríamos decir entonces que estos buenos resultados son realmente mérito de los propios establecimientos o de la política de mejoramiento de la calidad educativa y más aún de la justicia de su distribución?
Autoridades técnicas y políticas, parecen más preocupados de poder mostrar (a como dé lugar), que hubo avances y claro, que tales logros son atribuibles a su gestión o acción, que de comprender a qué se debe tal avance o estancamiento.
Aparece así, que hoy ya no importa tanto lo que pasó entre los estudiantes de cuarto, ya que la verdadera “noticia”, aquella que importa dar a conocer a la opinión pública, está hoy en segundo medio: ¡9 puntos más en matemática entre los estudiantes de II Medio!
Fuera de entregar los resultados, ¿hay alguien que de verdad esté preocupado por las razones qué podrían estar explicando esta alza?, ¿ha habido acciones claras y sistemáticas desde la política educativa de este gobierno que pudiera mostrar como consecuencia tales efectos?, ¿responde más bien a una tendencia en los últimos 5 o 10 años, explicable por otros factores (más docentes especializados en matemática por ejemplo), o esto es simplemente azar?
¿Por qué no ocurre lo mismo en Lenguaje o Historia entre los mismos estudiantes? parece que se nos olvida que son los mismos estudiantes quienes se evalúan en las distintas materias.
¿Muestran los resultados del SIMCE 2012, más calidad y menos desigualdad en nuestro sistema? ¡No! Claro que no. Las brechas siguen siendo escandalosas entre los estudiantes más pobres y quienes pertenecen a los sectores más acomodados.
La disminución en la distancia, que el gobierno muestra como un logro, ocurre no porque los más pobres y vulnerables incrementen su rendimiento, sino porque los de nivel socioeconómico mayor han disminuido sus promedios. Tendencia que por lo demás ya se venía mostrando en los SIMCE pasados y que, también nos debe llamar la atención y obligar a buscar explicaciones.
La evaluación, alcanza su máximo valor cuando se usa para mejorar aquello que evaluamos.
Usemos el SIMCE para orientar la gestión de escuelas, la formación docente, las prácticas pedagógicas, el liderazgo y la conducción de municipios y sostenedores privados, a fin de mejorar y hacer más estable y significativo el aprendizaje de todos y cada uno de los estudiantes, sin selección ni exclusión alguna.