Chile es una larga franja de tierra bañada en toda su extensión por el Océano Pacífico.Este hecho trae consigo que existe una alta probabilidad de que su costa enfrente los embates de fenómenos marinos destructores en períodos de recurrencia relativamente cortos, a lo menos dentro de una escala comparable con la vida útil de las construcciones normales.
Entre estos fenómenos los más destructores son los maremotos o tsunami, en etimología japonesa, ellos han cobrado numerosas víctimas y la recuperación de los bordes costeros ha sido lenta y dolorosa.
También hemos de considerar con gran atención la interrupción de las actividades productivas, que per se generan pérdidas económicas de importancia en la industria y el comercio siendo necesarias cuantiosas inversiones para recuperar las capacidades originales.Todo ello atenta contra el ritmo productivo del país y su avance hacia el bienestar y el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes.
En el destructor sismo del 27/2 de 2010 un tsunami especialmente catastrófico arrasó de manera despiadada las costas de una extensa zona del país dejando una estela de destrucción de edificios, casas, industrias y, especialmente, cobrando vidas que son el capital más valioso de una nación.Ello unido a una inoperancia de los sistemas de alerta y manejo de crisis que ha generado una inquietud básica entre la ciudadanía al sentirse desprotegida por las entidades que, tácitamente, deben velar por su seguridad y bienestar.
Ante esta realidad, es de vital importancia crear las condiciones adecuadas tanto normativas y de control con la finalidad de evitar una repetición de los hechos experimentados hasta ahora.
Ciertamente, como una gran reacción, luego del terremoto se iniciaron reformas importantes tanto en la normativa como en las reglamentaciones vigentes; sin embargo los caminos de las reformas son siempre tortuosos y el ímpetu original se moderó hasta terminar en acciones no completadas.Entre estas acciones se detuvo, por distintas razones, el avance de la normativa para regular la construcción en zonas con peligro de tsunami y otras.
Hoy día hay importantes proyectos que han seguido el curso normal de las inversiones, pero ellos plantean condicionantes que inquietan a una gran parte de los profesionales y medios de opinión alrededor del tema.
Se genera una razonable duda en torno a la seguridad de viviendas, infraestructura, industrias y centros comerciales construidos en zonas costeras que no tienen asegurada su defensa ante los fenómenos de la naturaleza los cuales pueden causar su destrucción. En los proyectos emblemáticos del borde costero como el Mall del Muelle Barón en Valparaíso es necesario, de manera sensata, llevar a cabo todas las medidas que se hayan considerado a nivel de estudios previos y de proyecto para asegurar que tenga un comportamiento estructuralmente adecuado frente a los fenómenos ya descritos.
Sería inaceptable enfrentar una nueva falla en construcciones que tienen la mejor disponibilidad de herramientas y conocimiento para determinar su comportamiento futuro.
Nosotros los ingenieros debemos velar porque sus características técnicas cumplan con los estándares de seguridad. Las autoridades deben velar por la implementación de las regulaciones que hagan posible el desarrollo del proceso de manera clara y eficaz.