Hace unos días fue conocido el resultado del estudio de la pobreza por comunas que realiza el ministerio de Desarrollo Social en base a la información recopilada en la Casen 2011, el que se realiza desde las últimas dos versiones de la misma.
Esta nueva metodología estadística para área pequeñas pretende dar luces particulares y ser instrumento para mejorar la focalización de la políticas públicas que se implementan.
La Araucanía, que a pesar de tener una importante disminución en la pobreza (de 27,1% a 22,9%) sigue estando al final del ranking nacional. Si miramos en detalle lo que sucede a nivel local podremos ver cómo ha evolucionado (o no) la pobreza en cada una de las comunas.
Un poco más lejos. Ercilla es la comuna más pobre del país. Aquí, casi una de cada dos personas viven en pobreza y es una de las alzas más importantes.
Lamentablemente, Saavedra y Lonquimay aumentaron sus indicadores y se encuentran dentro de las cinco comunas más pobres del país.
Un poco más cerca. El 2009, de las 10 comunas más pobres , 7 pertenecían a nuestra región. Peor aún, de las 30 más pobres, 20 eran nuestras. Esto contrasta notoriamente con los resultados del 2011 en donde de las 10 más pobres 4 son de La Araucanía, y de las 30 ahora 14.
Es necesaria una prudente alegría porque de las 32 comunas de la región, 24 de ellas bajaron la pobreza. Es más, 6 de ellas lo hicieron en más de 10 puntos porcentuales. Bien por Loncoche, Angol, Curacautín, Toltén, Purén y Perquenco que lograron las bajas más importantes.
Bien porque 3 de cada 4 comunas de La Araucanía bajaron la pobreza.
No es sólo medirnos y ver cómo vamos, es ver qué hacemos con la información que tenemos para acelerar los procesos. Por eso son claves las políticas públicas como el Ingreso Ético Familiar impulsado por el presidente Sebastián Piñera para la superación de la extrema pobreza; o el Plan Araucanía como orientador del relato completo de levantar a la región en todos sus aspectos: educación, salud, trabajo, educación, inversión, etc.
Todavía estamos lejos, aún queda mucho por hacer. Pero no es sólo un sueño, sino un imperativo moral superar la pobreza, alcanzar el desarrollo, pero con todos en el, sin dejar a nadie atrás.
Entonces, después de ver como al andar del camino se desprenden fuertes destellos de que superar la pobreza es posible, no es casualidad de que el empleo, el crecimiento y las políticas públicas estén haciendo su trabajo.
Definitivamente, un poco más cerca.