La operación craneada por Longueira en la reunión termal de la UDI el pasado fin de semana, la encuentro una de las acciones de más alta densidad política de los últimos tiempos. Notable.
Fuerte el asunto de demostrar en tres horas de exposición analítica, la ineptitud de CONDUCCIÓN POLÍTICA del Gobierno, con power point y todo (lo que tanto gusta de practicar e impactar o atosigar Piñera en todas sus reuniones, hasta con los más conspicuos de sus ministros y colaboradores). Algo de ironía, supongo.
Pues bien, me parece que el diagnóstico de Pablo (perdón la confianza) es que el problema principal reside en la auto asignación de los máximos poderes que Sebastián (perdón la impertinencia) se ha otorgado a sí mismo.
Esto, creo va más allá del llamado extremo presidencialismo del sistema político chileno. Al fin y al cabo, hace poco teníamos a un Presidente que podía lucir como una especie de déspota ilustrado (por cierto algo de déspota pero también ilustrado) culto, de cultura universal y política, que lo hacía ser muy respetable, incluido Pablo con quien llegó a acuerdos más que notables debido a la inteligencia de ambos.
Cosa que no ocurre actualmente en que la ilustración tiene hartas fallas (link con las gaffes de Piñera) y que la destreza política florentina propia del Príncipe, no se nota. Además, este tipo de impericia se pega, basta ver las metidas de pata de sus ministros.
Frente a esa concentración de poder unipersonal, había que recurrir a la elemental teoría de la disposición de fuerzas (desde Von Clausewitz hasta Ho Chi Min, pasando por Mao, sin olvidar a Stalin cuando le preguntaron si estaba de acuerdo en invitar al Papa a la reunión de partición del mundo en Yalta. El bigotón preguntó: ¿Cuántas divisiones tiene el Papa?)
Pablo, gran lector de estrategias, hizo el análisis correcto. La fuerza está en la UDI (la mayor cantidad de diputados y senadores, de concejales y alcaldes, y también interesantes ministros). Entonces, llegó el momento de manifestarla.
Usando el lenguaje de la Armada (sin meter al Shoa, que no le achunta) nuestro estratega dijo: ante el portaviones U$ Sebastián vamos a oponer un conjunto de 4 acorazados y les daremos la categoría de vice fragatas, dejando a Coloma como buque insignia. De esa manera vamos a equilibrar las fuerzas.
La otra fuerza que actúa (RN) no sabe que hacer. Entre un pije divertido, su presidente, que ameniza el panorama y que suelta críticas al gobierno, por cierto, con mucha perspicacia o los enojados de ceño fruncido como Cristián Monckeberg o Espina; o las diputadas Rubilar o Sabat, que salen con sus propias ideas, las cosas no se entienden.
Por eso Pablo, vino a poner orden. Gran densidad política en su actuación. Mucho rating. Talento chileno en el asunto político.
Que le queda a la Concertación, entonces. Tratar de equilibrar, en la otra vereda una actuación tan brillante y densa como la de Pablo. El problema es que los dirigentes de esta coalición se debaten entre puras trivialidades, las que habría que dejar en manos de MEO que es genial para confundir. Me parece que una buena y seria conversación con ARRATE, le daría densidad equivalente a lo que Pablo ha logrado.
Cuanto más no sea convidarle una i de su apellido.
O sea lo que Jaime diría: para que se le pegue el espíritu santo de la sabiduría política:
Si Pablo se queda sólo como Longuera y el Presidente se convierte en Sebastián Piñeira, el objetivo se habrá cumplido.
Nota bene: todos habremos notado que la reestructuración de la dirección de la UDI no pasó por ninguna instancia de consulta democrática interna. Simplemente se impuso. Y chao.