Romper el círculo vicioso que mantiene el sistema binominal parece cada vez más difícil.Ello, porque cada vez que existe una oportunidad para votar a favor de aquello, la UDI en pleno se opondrá y algunos parlamentarios de RN le seguirán el juego. Esto fue lo que ocurrió esta semana al votarse la sola idea de poder reponer el proyecto del ex Presidente Ricardo Lagos para modificar este perverso sistema que hoy nos tiene sumergidos en una grave crisis de representatividad.
Para poder comenzar a legislar se requiere un alto quórum, y como la derecha se opone, difícilmente lograremos dar el primer paso mientras tengan mayoría. De allí que las masivas demandas por cambiar nuestra Constitución tengan cada vez mayor peso. Las actuales trabas constitucionales impiden que nuestra democracia pueda perfeccionarse y empatizar, de verdad, con los cambios que desde hace mucho y en forma pública pide la inmensa mayoría de las chilenas y chilenos.
Horas antes de la votación en el Senado, donde el proyecto que abría una puerta para comenzar a trabajar en un nuevos sistema electoral estaba a punto de votarse, emplazamos al candidato presidencial de RN, Andrés Allamand, le pedimos coherencia, que pasara el test de la blancura, que ordenara a su parlamentarios y pudiéramos romper el primer candado del binominal.
Nada de ello ocurrió, no hubo pronunciamiento, hubo votos en contra en este partido sumándose a los UDI. Un tema que sin duda será incómodo para el pre candidato y que deberá responder no una , sino muchas veces.
Las explicaciones que han entregado los senadores de derecha no se sostienen, porque la verdad, y así la opinión pública lo tiene claro, es que existe cero interés por modificar un sistema que hoy permite que la UDI sea el partido con mayor sobre representación en el Parlamento. La necesidad de abrir una válvula de escape, de generar cambios para aumentar la representación de todos los sectores no parece estar en la agenda de una derecha que insiste en defender una Constitución que ya no representa nuestro pueblo.
Este es un año de elecciones, presidenciales y parlamentarias; los chilenos y chilenas volverán a las urnas y, en el caso parlamentario, se enfrentarán con la misma oferta que permite el binominal, excluyendo a importantes sectores que tienen todo el derecho a competir con un sistema que asegure una proporcionalidad a favor de una mayor representación.
La indignación es entendible, la misma oferta y ninguna posibilidad de incorporar a otros sectores en el Parlamento.
Si no hay cambios que permitan derogar nuestro actual sistema, el rechazo ciudadano será cada vez mayor y lo hemos dicho incansablemente.Por eso, nos molesta la ceguera de un sector político que sólo busca imponer un sistema que les acomoda para seguir perpetuando una mirada que no representa a la ciudadanía.
Con el binominal hay un empate electoral. Este empate, más lo altos quórum requeridos para los cambios fundamentales a nuestra Constitución, impide que estas transformaciones puedan realizarse. Es un círculo vicioso, una presión injusta que nos tiene amarrados y que frustra cada intento por mejorar.
El descontento social seguirá en ebullición, pero seguiremos emplazando a la derecha y esperamos que la gran fuerza ciudadana lo haga también.
La válvula de escape debe ser, para empezar, el cambio al binonimal. Quien no lo entienda, definitivamente, enarbola banderas muy distintas a la que llevan día a día la mayoría de los chilenos.