Los inicios de semana son siempre duros. El organismo se acostumbra a compartir con los más queridos, y cuesta volver a re insertarse en la ciudad.
Este fin de semana hubo puntos memorables: el maravilloso triunfo de la Universidad de Chile y el que mi abuela no apareciera por la cocina.
Ella, siguiendo una solicitud de sus bisnietos, se fue a cocinar a Valparaíso, (al parecer a una “ocupación” universitaria llamada comúnmente “toma”). Los argumentos esgrimidos por estos jóvenes miembros de la familia fueron convincentes y la llevaron a abandonar la tranquilidad del hogar y compartir con ellos durante el fin de semana.
Pero bueno. Ya regresó y hoy me recibió con una de sus habituales preguntas: ¿qué ha pasado durante el fin de semana? ¿Qué pasó con la reunión de la UDI? Tú sabes lo que quiero a Pablo, (se refiere a Pablo Longueira).
Abuela, el fin de semana estuvo muy movido en temas políticos. El discurso de Pablo fue una alerta respecto a la postura que la UDI tendrá hacia la segunda parte del gobierno del presidente Sebastián Piñera. “No debemos pedir al gobierno, debemos exigirle” fue, quizás, la frase más repetida por los medios de información.
Por otro lado el tema de educación va haciéndose más complejo y, en consecuencia, empeorando (cualquier problema que políticamente sea complejo genera en este gobierno una crisis y, por consiguiente, pérdida de popularidad).
Te advertí, me dijo. Estaba convencida que “el acuerdo de vida en común entre la UDI y RN” no tenía los ingredientes suficientes.
Esto que está sucediendo es una buena muestra que -para que exista un “acuerdo de vida en común”- se requiere algo más que un “acuerdo comercial o económico”. Se requiere cariño.
Para establecer acuerdos comerciales basta con tener claros los términos del contrato, compartir objetivos y concordar las condiciones y beneficios.
En política se requiere algo más parecido a un “acuerdo de vida en común” que a un simple acuerdo o contrato que regule las condiciones que rijan el patrimonio y la herencia.
Tomó un poco de aire y siguió.
¿Has leído el reportaje del Sábado donde, entre otras cosas, el presidente indica que ha pedido a sus ministros un trabajo más cercano a la gente?
Sí abuela. Lo he leído. Yo creo que tiene un problema con sus ministros. A propósito, ¿no te han vuelto a contactar para ofrecerte ser ministra?
Me miró con indiferencia, como si ella fuese Larraín y yo el presidente Piñera y luego me dijo:
El presidente eligió una serie de connotados empresarios y profesionales para servir en cargos de relevancia en el gobierno. Ellos lo han hecho muy bien en lo que saben hacer.
Ahora, al parecer, está descubriendo que no hacen bien aquello que no fue considerado para su selección. Es probable entonces que las condiciones que privilegió para nombrarlos ministros no hayan sido las más adecuadas.
Apenas quedó espacio para que yo dijese algo corto.
Abuela si quieres ser ministra vas a tener que dejar de usar el Twitter. (Se dice que el presidente les habría prohibido o, mejor, solicitado a sus ministros que lo dejen de usar).
Respecto a lo del Twitter: parece que los ministros están desalineados permanentemente en aquellos temas que requieren una mirada conjunta del gobierno. Algunos opinan como la mayoría de los chilenos; otros, en cambio, opinan como el presidente (aún cuando, en algunas oportunidades, hasta el presidente opina como la mayoría de los chilenos).
Abuela, ¿tú crees que la UDI está pidiendo demasiado al gobierno?
La UDI es el principal partido político chileno. Es un partido de derecha que gracias al trabajo abnegado de gente como Longueira, Novoa, Larraín, Coloma, Lavín, por cierto Jaime Guzmán, y muchos otros, creció sistemáticamente en el espacio donde siempre le resultó difícil hacerlo a la derecha, el mundo popular.
Todos ellos han dedicado una vida a desarrollar su proyecto. Ellos son los artífices de haber alcanzado el gobierno mediante la coalición por el cambio.
Desafortunadamente, llegar al gobierno no ha significado a la UDI alcanzar el poder.
En este contexto, y mirando la situación de pérdida de popularidad del presidente Sebastián Piñera, que según parece aún bajará un poco más en los próximos meses, a causa de los conflictos asociados al tema de la educación, pareciera que todo el trabajo de años se puede perder y, peor aún, sin que ellos tengan un rol significativo en la gestión que ocasiona esta tremenda pérdida política.
Entonces, sentenció, es razonable la postura de Pablo y el ingreso de los “pesos pesados” a la directiva de la UDI.
En este contexto, me dijo, me parece una anécdota poco simpática –para la UDI- la declaración del presidente respecto a que “estaría dispuesto a presentarse a una re-elección”.
Después del análisis de mi abuela, pensé dedicarme a cocinar el resto de la semana, pero me quedó algo de ánimo para ver que más se traía entre manos.
Oye me dijo, está bien complicado el tema de la educación superior. Me parece que esto del financiamiento está llegando a un punto crítico.
Fíjate que los niños (así llama ella a sus bisnietos), me dijeron que Chile, en el contexto de los países del OCDE, es el país que menos gasto público tiene en educación superior como porcentaje del PIB, es decir, es el país en el que el Estado menos gasta en este rubro. Y como contraparte, es el país que más gasta como contribución de los privados, es decir de las familias, en Educación Superior.
Sólo me atreví a precisar que no es el de menor gasto público, sino el segundo de menor gasto público de los 35 ó 36 países del OCDE.
¡¡¡Esto no puede seguir así!!! Hay que modificar esta situación.
Y se empezó a enojar. Esta forma de financiamiento de la educación y la forma de organizar la enseñanza superior es la que fue diseñada en la época del gobierno militar. Los gobiernos de la Concertación no hicieron ningún cambio significativo en esto. (Generalmente cuando está muy enojada, se refiere a la “dictadura” en lugar del gobierno militar y a “tus gobiernos” en lugar de gobiernos de la concertación).
Y continuó, roja como un tomate.
¿Cómo es posible que existan universidades que se transen en decenas de millones de dólares si son instituciones sin fines de lucro?
¿Cómo es posible que los mecanismos de financiamiento de préstamos para estudiar tengan tasas mayores que las de un crédito hipotecario?
¿Cómo se puede pensar que las universidades tradicionales deben tener un trato similar a las privadas, que tienen buen precio de mercado?
¿Cómo es posible que un joven, por el sólo hecho de estudiar en un colegio municipalizado esté condenado a tener un resultado de la PSU que impida que postule a una universidad prestigiosa?
¡¡Hay que definir nuevos métodos de financiamiento, créditos y acceso a la universidad!!
Estaba algo alterada. De seguro su presión se encontraba en lo máximo tolerable.
Abuela, descansa. Ya veremos cómo sigue este conflicto.
Mal, me dijo, de seguro seguirá mal. Ah, ¿leíste la entrevista que le hicieron al alcalde de Las Condes? Este De la Maza es muy progresista. Piensa como tú.
Quedé preocupado el resto de la jornada.