Si durante el 2011 creímos que estábamos a pasos de ese otro mundo posible, el 2012 nos deja como lección que podemos gritar, vociferar, llegar a los medios de comunicación, salir a marchar llenando las calles de ciudadanas y ciudadanos que reclaman por derecho. Pero los poderosos están allí. Sospecho que mirando divertidos, ciegos, sordos y mudos ante “el aluvión zoológico” que plagó las calles. Supongo que no somos más que eso para quienes han sostenido el poder históricamente en nuestro país. Curiosos sujetos de estudio y análisis.
Tengo la intuición de la marca de cierto desprecio cuando desde el interior de los territorios o desde las diferentes realidades, planteamos nuestras necesidades o exponemos nuestras ideas y no falta quien desde la altura nos mira como quien mira un bicho básico, un insecto casi folklórico al que observar en calidad de entomólogo. Si hasta de ingeniero de cóctel se atreven a tratarnos cuando expresamos opiniones en ciertas materias.
Quizá a partir de la creencia de una democracia en la que deciden unos pocos iluminados, y hay que reconocer que ya los griegos así la concibieron se insiste desde los estamentos del poder en reservar el espacio de las decisiones a pequeños grupos de élite.
Pero nunca tan claro como en estos últimos meses que ni siquiera es esa supuesta creencia de la inferioridad intelectual de las ciudadanas y ciudadanos. Nunca tan claro que lo que están defendiendo los grupos de poder son sus propios intereses. Acostumbrados a hacer y deshacer en países que refrendan modelos coloniales más allá del aggiornamiento y la débil pátina de modernidad continúan ejerciendo las prácticas habituales a patrones de fundo.
Entonces repletamos las calles pero su estilo para solucionar eso es organizar cenas corporativas a las que invitan a autoridades políticas y allí manifiestan ser respetuosos de la democracia mientras enarbolan sus intereses. Golpes en la mesa que tienen eco al día siguiente en las declaraciones de algún ministro o ministra declarando cuáles son las necesidades del país para su desarrollo.
Este “aluvión zoológico” ya sabe que las cifras del PIB no reflejan la realidad de los “ciudadanos de a pie”. Que la energía que reclaman no es para las ciudades sino para seguir haciendo negocios.Que los aumentos de capitales no se reflejarán en mejores pensiones.
El supuesto ordenamiento que propiciaba la ley de pesca redituará apenas a siete grupos económicos.
Que la educación es un negocio y que a pesar de la ley se puede lucrar desvergonzadamente con ella.
Que la salud no es un derecho para ellos.
Que cuando se habla de que el país llegue a ser un país desarrollado y del primer mundo estamos hablando de enriquecer unas pocas cuentas corrientes.
Pero entonces asistimos a esta democracia por la que trepamos cuál palo enjabonado. Mareados de manipulación de encuestas y macro resultados. Hartos de representantes de conglomerados que no son capaces de sostener una sola posición en temas vitales para la ciudadanía y que tantas veces parecen títeres de lobistas de intereses particulares.
Quizás sea tiempo de empezar a decirle a las cosas por su nombre. Y comenzar por preguntas cortas para respuestas claras. ¿Estamos de acuerdo con el lucro en la educación? ¿Los dineros del Estado continuarán subvencionando empresas privadas? ¿Vamos a privatizar la explotación de los recursos naturales? ¿Estamos dispuestos al crimen ambiental para que mega empresas con intereses nacionales e internacionales tengan pingües ganancias? ¿Estamos dispuestos a que jueguen con nuestra previsión en la Bolsa de Valores? ¿Seguiremos permitiendo que las ISAPRES también prestan servicios relacionados?
O sea, seguiremos ensanchando el camino de este modelo ultra neoliberal al que alimentamos desde la complicidad política permitiendo que subsista una constitución que no nos representa a todos sino a los pocos que se han instalado a perpetuidad en el poder. El poder de verdad y el poder de a cuentagotas.
Porque también sabemos que lo que tienen el poder de verdad tienen la chequera y los que tienen el poder a cuentagotas sostienen un sistema político perverso que refrenda un modelo de vida que no le hace bien sino a unos pocos.
Quizá no podamos hacer más que llenar las calles cada tanto. Pero ya sabemos, quizás siempre supimos y de a ratos no falló la memoria. Quizá sea que pusieron la vara apenas para sobrevivir demasiado alta y muchos estamos un poco distraídos.
Pero no menos cansados o lo que es peor estamos pasando del cansancio a la exasperación por los abusos.
Entonces de cara al 2013 sea quién sea candidato o candidata a la Presidencia de la República es que no se distraiga. Que conteste las preguntas con claridad. Que no dependa de los vaivenes de los acuerdos políticos. Que quién sea presidente o presidenta tenga el coraje de asomarse a La Moneda para decirnos a todos que quiere cambiar cosas pero que no puede porque le atan las manos. Aunque ello signifique hacer política más allá de lo posible porque en el siglo XXI la política de lo posible es perversa.
Porque finalmente la democracia es un contrato artificial al que suscribimos todos como la mejor forma de convivencia. Pero como todo contrato es sujeto de modificaciones cuando en vez de ver por el bien de todos apenas sirve para que unos cuantos gocen del festín.
O acaso estamos dispuestos a administrar la crisis como en otros lares en los que se salvan los que siempre estuvieron a salvo arrojando al océano a los pasajeros de tercera clase.