A falta de fin, buenos son los nuevos ciclos de evolución espiritual, sin embargo todo indica que a largo plazo seguiremos viviendo, y ello desde la caída del muro, una Pax Romana o Paz Augusta.
El acuerdo político que consolidó la revolución armada de derecha vigente desde 1973, generó nuestra versión criolla: una paz de Augusto (José Ramón).
En el colegio nos explicaron que la Pax Augusta, fue un extenso periodo de “avenencia” impuesta por el Imperio a los pueblos sometidos, desplegado aproximadamente entre el 29 AC al 180 DC.
Si bien las diversas culturas decían odiar o desafiar la imposición imperial, aceptaban resignadas el triunfo de las ideas militares, políticas y comerciales de los romanos, incluso los vencidos lograban el status de ciudadano imperial.
Desde hace más de dos décadas en el mundo y en nuestro país la Pax Romana no observa cómo una idea global distinta, amenace su colosal triunfo. Hay resistencia por todo el globo, grandes multitudes marchando, pero se carece de una idea unida , opuesta a las políticas económicas y culturales del bando que ganó la guerra fría.
El triunfo de la industria cultural estadounidense es completo, pues todo lo que es bello, bueno, justo o anhelado sale de las factorías de Hollywood y la TV de ese país.
Antes la elite política de Chile buscaba en Europa los modelos para vestir sus utopías, hoy no se concibe un ministro de Hacienda que no tenga formación estadounidense. Si no hablas y sobre todo piensas en inglés, no eres nadie, dice la actual Pax Romana.
En nuestro país la versión local, la Paz de Augusto (José Ramón), implica un duopolio de la política muy bien lubricado en el pensamiento único, cuya máxima expresión de control es el senado.
Ejemplos hay tantos… la ley de pesca, de Isapres, del consumidor, el fondo solidario del 94, el crédito con aval del Estado del 2005, el rechazo constante a una sindicalización automática, el blanqueo de la reforma tributaria del 84 durante el gobierno de Aylwin, etc.
Bajo el concepto de la Pax Romana y la Paz de Augusto (José Ramón), es fácil entender por qué Chile vive lapsos constitucionales estables de tantas décadas, pues los partidos políticos prefieren vivir bajo un paraguas desvencijado a cambiar un sistema que los tiene en la mesa del comedor y no en la del pellejo.
Los parlamentarios guapos de la mañana despiertan con todas las ganas de dejar la Concertación, cansados de tragar sapos, pero a la noche contemplan cómo la calculadora gana por goleada, pues fuera de la “institucionalidad” y los medios concentrados, existe menos vida que en el planeta helado de Hott.
El historiador Gabriel Salazar para graficar esta eterna conducta de los partidos políticos en nuestra historia republicana, dijo en una entrevista: hasta el líder histórico de la izquierda chilena murió defendiendo una constitución que había traicionado a la ciudadanía en 1925.
¿Asamblea Constituyente? La Concertación en su mayoría no va a “malgastar” su próximo período en una tarea de Estado como cambiar la Constitución del 80, que permite a la elite gobernar sin competencia real.
Esta nueva era de la “ciudadanía más empoderada” es un espejismo y se irá a dormir la siesta apenas ese conglomerado, amparado en el binominal, vuelva para administrar de manera eficiente el modelo.
Una de las fortalezas de esta Paz de Augusto (José Ramón) es que los únicos habilitados para la desobediencia civil son chilenos de 15 años, aún no asalariados endeudados, hasta su ingreso a la Universidad, donde inician su vida de morosos.
Pasadas las marchas, los líderes universitarios mediatizados se colocan el hábito de adulto disciplinado y abandonan las ideas de los secundarios, para postular a municipales o parlamentarias, reproduciendo una vez más la falacia de hacer cambios a la Paz de Augusto (José Ramón) “desde dentro”.
El mundo político y mediático casi se desmayó cuando los secundarios llamaron a funar las elecciones municipales, siendo que la iniciativa era pacífica y apelaba a denunciar la farsa vivida desde 1973.
¿Qué pasaría entonces si en los días de elecciones los jóvenes de edad y espíritu tomaran buses, autos, bicicletas, aviones y trenes para irse en masa a alguna parcela, desde la cual decirle al resto del país que no formarán parte de la comedia? Irse al desierto es una de las más grandes protestas.
Sin embargo, la disciplina impuesta por el crédito de consumo hace en nuestro país imposible la postal de una plaza Tahrir o experimentar lo que pasó en Islandia.
La Paz de Augusto (José Ramón) indica, entre tantas cosas, que la riqueza la generan los empresarios y no los trabajadores, que en las Isapres y AFP no puede haber representantes de los cotizantes y que una universidad privada es lo mismo que otra con 150 años de tradición y excelencia.
¿Se halla una instancia equivalente como la Enade en el mundo laboral? No.
¿Existe en Chile sindicalización automática como en los países escandinavos? No.
¿La CUT funciona eficiente como una Isapre, AFP o la Sofofa? No.
Raya para la suma: Según el INE un 58% de los salarios de la masa laboral son inferiores a los 380 mil pesos. La Paz de Augusto (José Ramón) genera un modelo político económico exitoso cuyo motor es la mano de obra barata y no sindicalizada.
Tal vez Nicanor Parra ha descrito de mejor manera esta paz de fundo: “La experiencia existe, lo que no existe es la doctrina. No a logos. Hay vistas parciales, pero no hay historia colectiva. En el mundo no está pasando nada, pero en cada persona hay conflicto y desarrollo. Es lo que los marinos llaman mar boba: no hay oleaje que permita avanzar ni retroceder…Si avanzara, habría un proceso”.
¿Habrá un fin de este mundo?, se ve poco probable, nunca el capital había triunfado tanto sobre el trabajo en la era moderna. No obstante, por suerte no soy un intelectual y debo estar muy equivocado en todo lo expuesto. Dicen que María Antonieta escribió en su diario, un 14 de julio, que se trataba de un día común y corriente.