Entre las muchas promesas de campaña del actual mandatario estuvo la de hacer “un gobierno de excelencia”, que se preocuparía de ser “extremadamente riguroso” en el uso de los recursos fiscales.
A la serie de bochornos, desprolijidades y falta de competencia que ha demostrado el Ejecutivo en los últimos meses, se suma ahora la decisión de retirar, para hacerla de otro modo, la licitación para instalar banderas monumentales en todas las capitales regionales del país.
Aún cuando los autores de esta iniciativa, radicada en el ministerio de Obras Públicas, feudo del ministro-candidato Golborne, no han podido precisar el interés público de una iniciativa que le cuesta al país más de 12 millones de dólares y que fuera incluso objetada por MIDEPLAN, ya que no encuentra justificación social, de acuerdo al Sistema Nacional de Inversiones, la contumacia propagandística, que usa sin límites recursos públicos en campañas electorales del titular de la cartera, ha decidido seguir adelante con la iniciativa.
Esta puesta en escena de banderas monumentales, aspiración de toda política comunicacional fascistoide (recordar los monumentos de Musolini) y otros próceres de esa vertiente, adolece de una serie de faltas que sus autores, emborrachados por la necesidad de figurar, a costa de los recursos de todos los chilenos, parecen querer ignorar.
En primer lugar, intentaron, con el silencio cómplice de una Contraloría General de la República cada vez mas complaciente con el actual gobierno, saltarse la toma de razón de este organismo, segmentando el llamado a licitación, por región, pese a ser un llamado idéntico para todos, transgrediendo normas de la Ley de Compras Públicas al respecto.
Detectado lo anterior, surgió otro inconveniente debido a que la convocatoria a la licitación la hacía la Dirección de Arquitectura del MOP, que no tiene atribuciones para ello. Solución, radicar el trámite en la Dirección de Obras Públicas.
Como en el viejo chiste, al no poder pronunciar el nombre de la calle donde se produjo el accidente, entonces se traslada al occiso a una calle donde el autor pueda frasear el nombre. Es decir, engaño puro, para seguir con la farsa.
La impudicia en la utilización de los recursos de todos los chilenos debe terminar.
Los montos involucrados en este apoyo a la campaña del ministro Golborne equivalen aproximadamente a dos veces los recursos necesarios para reparar el Hospital de Angol, inutilizado por el terremoto del 27 de Febrero de 2010.