En épocas oscuras para la democracia en Chile, algunos de quienes muchos años después serían gobierno inventaron una hermosa frase: “Chile una patria para todos” .Fue mucho antes del 5 de octubre de 1988. Antes del triunfo del NO. Mucho antes de los mensajes unitarios y alegres de la franja televisiva que hoy ha vuelto a recrearse a través de la película “No”.
Soy de aquellos que piensan que el inmenso éxito que culminó el 5 de octubre de 1988 se fue gestando en el alma , la piel y el corazón de los chilenos ,a través de muchos gestos, muchas voces, muchos actos heroicos , mucha pasión por la democracia y muchas frases felices Como la del cardenal Raul Silva Henríquez cuando , en medio del desencuentro, nos pidió recuperar “el alma de Chile” o cuando algunos políticos plantearon: Queremos “una patria para todos”.
La reconquista de esa patria para todos se hizo,-se hace-, ya lo sabemos, paso a paso, “golpe a golpe, verso a verso”, en las palabras de Machado.Primero, hubo que luchar por el derecho a la ciudadanía, con el voto. Esa es quizás la gran lección que nos deja el 5 de octubre repetida muchas veces, aunque siempre sea necesario reiterarlo- por aquello que “por sabido se calla y por callado se olvida”-, se conquistó “sin odios sin violencia”, con papel y lápiz, el regreso a la ciudadanía.
Traigo esto a colación porque hay algunos que haciendo ingeniosa paráfrasis hoy nos dicen “yo no presto mi voto”. La gran mayoría de ellos- sino todos-, no habían nacido en tiempos en que ni aunque hubiesen deseado con toda su alma “prestar el voto“, lo hubiesen podido hacer, puesto que lo primero que hizo la dictadura contra nosotros, el resto de los chilenos, fue quemar los registros electorales, y junto con eso, desposeernos de soberanía, de la calidad de ciudadanos ¿Será necesario recordarlo?
Muchos de los padres de quienes “no quieren prestar su voto” decían en tiempos de definiciones que no valía la pena inscribirse en los registros electorales “porque las dictaduras no entregan el poder”. Una lástima que hayan sembrado en los jóvenes de hoy, lo de “funar” uno de los ritos más relevantes de toda democracia, la de una elección popular.
Dicen lo estudiosos que con esto del voto voluntario es la representación de los sectores acomodados la que aumenta. Una especie de distribución regresiva de la democracia.
Quienes no representan políticamente a esos sectores sabrán lo que hicieron al aprobarlo y el resultado se verá ahora, en unos días más. Lo que me parece es que los que tienen en general las riendas del binominal, ellos sí sabían perfectamente lo que hacían. Pero es probable que aun sus cálculos más optimistas no previeron este regalo de los jóvenes que hoy no quieren prestar el voto , los que quieren funar las elecciones que , de tener éxito, aumentará más la brecha de la mala distribución que presagia desde ya el famoso voto voluntario.
Ojalá me equivoque.
Porque la verdad es que necesitamos hoy más que nunca esa “patria para todos” una vez recuperadas las instancias formales de la democracia, que se inicia con el derecho a elegir y ser elegido, que sigue con la libertad de pensar, de leer , de enseñar; con el derecho a exigir leyes justas , no discriminatorias; a fiscalizar los actos de los gobernantes ; a tener crecientes grado de justicia en la redistribución de esta torta y todos los demás bienes que la justicia trae consigo .
Incluso el derecho de conseguir los votos para reformar un sistema injusto de representación y hasta, mayorías mediante, a modificar las reglas del juego siempre que las nuevas también sean más inclusivas que las anteriores. Dicho eso, jugar a “funar” las elecciones me parece bien parecido a jugar con fuego. Demasiado fuerte para quienes, como yo, vimos el palacio de la Moneda en llamas.Con un Presidente adentro.
Dicen que el 5 de octubre ya está en la historia, que nadie saldrá a las calles a abrazarse como aquella vez, por haber reconquistado los derechos básicos para reconstruir la convivencia, que el país y la juventud están “en otra”.
Puede ser cierto.
Yo, por mi parte, dedicaré algunos minutos silenciosos del próximo 5 de octubre, a recordar esa gesta. Para no olvidar lo que ello significó.Como primer gran paso para ir plasmando, con rapidez o lentitud- juzgue usted como quiera-, esa “Patria para Todos” que muchos años antes, acuñamos entre todos los demócratas, al tiempo que enterrábamos nuestros propios maximalismos excluyentes y acudíamos al encuentro de quienes teníamos el mismo sueño.
Y en ese silencio reflexivo , tendré presente en mi corazón a quienes , durante esa larga noche que duró 17 años, murieron con la esperanza de que en un tiempo futuro nuestro Chile retomaría la senda de la convivencia ,como primer paso –indispensable eso sí-, de un país integrado e integrador .
Quizás la reciente muerte de un preclaro testigo como fue el padre Pierre Dubois me ayude a recordarlos.