La Democracia Cristiana chilena sigue siendo en mi opinión el partido más importante de Chile. No porque así lo demuestre su historia, marcada por una gravitación determinante al momento de encauzar los procesos políticos y sociales, sino más bien, porque la contribución histórica de nuestro movimiento, ha descansado justamente en encauzar tales procesos superando la polarización, la radicalización ideológica y finalmente la ruptura social.
En tal sentido, la historia le ha reservado siempre una misión preponderante a nuestro partido en los momentos de crisis institucional. Con aciertos y errores, nosotros nunca hemos eludido ejercer el rol político que nos corresponde ante el país.
Tanto cuando ofrecimos una propuesta que superara al capitalismo autoritario y al comunismo totalitario, cuando fuimos opositores a la UP, cuando rechazamos la violencia para sacar a Pinochet y cuando nos correspondió encabezar el retorno a la Democracia.
Por su parte ustedes, han transitado por grandes momentos y otros muy duros e ingratos.Desde la caída sistemática de regímenes comunistas, que llegaron a representar dos tercios de la población mundial, hasta vuestra proscripción formal de muchas constituciones políticas a lo largo del mundo, incluyendo a la nuestra, como también, el asesinato y desaparición de muchos de vuestros compañeros.
Con todo, me parece necesario reconocer que el Partido Comunista de Chile atraviesa un buen momento, iluminado por una dirigente estudiantil brillante como Camila Vallejo, potenciado por un valiente candidato alcalde en Estación Central, como Camilo Ballesteros y con la presidencia de la CUT por tercera vez, y por primera vez en la historia a cargo de una mujer.
Líderes que traen a la memoria a Luis Emilio Recabarren, Elías Lafferte, Pablo Neruda, Violeta Parra, Víctor Jara, Gladys Marín y Volodia Teitelboim entre otros.
Lo anterior, refleja un trabajo serio de vuestros cuadros, que he podido verlo a través de otra destacada dirigente, como es la Secretaria General de vuestras juventudes, Karol Cariola, a quienes se les debe atribuir, gran parte del resurgimiento del PC en Chile.
Asimismo, me parece justo reconocer, que durante los 20 años de la Concertación, ustedes han actuado con generosidad, disciplina y un comprensible pragmatismo, fácil de entender bajo las reglas de un sistema electoral cuyo propósito es dejar afuera partidos como el suyo.
No obstante, en momentos que atravesamos una profunda crisis institucional, es preciso preguntarse cuál es el camino más eficiente y coherente que debemos adoptar para evitar que se transforme también en una crisis social.
Cuando el problema es la credibilidad del sistema político, me parece que la respuesta es la coherencia del sistema político y en tal sentido, conformar una montonera no le ayuda a nadie. Ni a ustedes, ni a nosotros ni al país.
En dicha dirección, la naturaleza de las decisiones que deberemos ir tomando hacia adelante, no sólo nos obligan a ser más cautos en el vocabulario, más prudentes en las acciones y más respetuosos y comprensivos de lo que cada cual representa, sino también, a ser coherentes con lo que Chile espera de partidos con historia como los nuestros.
En tal sentido, debemos ser cuidadosos en propiciar una cuestión amorfa que se sustente únicamente sobre la base de derrotar a un gobierno puntual, por más malo que este sea y más bien, debemos procurar enfrentar la crisis institucional con coherencia, de manera que su desborde no nos lleve a una crisis social.
No debemos temer a la historia, pero sí debemos aprender de ella. Hoy tenemos una tarea común, relativamente fácil de conseguir si se actúa con orden, generosidad y disciplina, pero muy difícil de proyectar, sino ha sido fruto de una mirada común de los valores que aspiramos representar y encarnar para un país que ha dejado de creer en la política.
El éxito de nuestros partidos está en el fortalecimiento de sus identidades y en el planteamiento claro y fuerte de su mirada. Tanto ustedes como nosotros, debemos iniciar el camino de retorno hacia la coherencia y volver a representar a nuestros mundos.
Lo anterior, exige que ustedes asuman la responsabilidad y liderazgo que les cabe con los movimientos de izquierda, que no ven en el PC una alternativa de izquierda genuina y que nosotros seamos capaces enfrentar con fuerza a la UDI en los sectores populares, evidenciando que ahí está la extrema derecha, de modo de recuperar el espacio que hemos ido perdiendo en el centro político.