“El amor de una madre es lo más parecido al amor de Dios” dijo la mamá de Luciano Pitronello Schuffenerger cuando su hijo fue condenado por un hecho que a juicio del Tribunal Oral Penal no era constitutivo de un delito terrorista con motivo de la bomba que le explotó mientras la manipulaba en el lugar donde sería depositada.
Esta recalificación del tipo penal ha causado una enorme polémica y controversia, cuestión que ha tenido a los medios de comunicación, especialmente los últimos días, muy atareados. Sin mencionar lo que unos y otros han referido creo que no ayuda el que se pongan en duda las decisiones autónomas y soberanas de las Instituciones del país; más todavía, cuando en el bullado caso de Pitronello existen los recursos legales para impugnar el fallo.
Por otra parte, no procede ventilar públicamente materias que corresponden al núcleo más íntimo de la persona humana y que sin duda de hacerlo se vulnera gravemente aspectos que sólo dejarían a la persona investigada en una situación embarazosa y en riesgo debido a la exposición de alguna confesión que se debió expresar en las circunstancias que exigió el protocolo y el tenor de los análisis.
En el contexto antes expresado se puede entender el por qué se determinan, ante la opinión pública, veredictos tan disimiles desde el punto de vista de quienes miran estos hechos desde la vereda del frente. Los jueces y fiscales conocen y analizan un amplio espectro lo que facilita, sin duda, la resolución y determinación de la culpabilidad o no del sujeto.
Probablemente el dicho de la madre de Luciano, conocido el fallo judicial, sintetice de forma profunda y sabia la decisión final del caso, porque de alguna forma nos dijo que sólo el amor permite ver lo que sin el muy pocos ven.
Al final, el victimario se convirtió en víctima a consecuencia de su acto irracional, condenado, en el cuerpo y en el alma, como testigo mudo de su demencial locura que lo acompañará hasta el último día de su vida.
La pregunta que se plantea es ¿qué pasa con la institucionalidad vigente que parece no responder a la expectativa juvenil, la que opta, lamentablemente, por caminos violentos y muchas veces cruentos para generar los cambios que estima y cree necesarios?