Un desconocimiento de la realidad creemos que tienen algunos de los parlamentarios que se pronuncian a favor de legislar sobre el consumo de la marihuana.
Las leyes cuando se promulgan deben tener una extensión que favorezcan, a nuestro entender, en particular al segmento más vulnerable de la sociedad.
Por el contrario será una mala ley la que deja fuera en su ordenamiento jurídico a una parte del todo, produciendo efectos negativos para los que no quedan bajo su amparo.Con todo, estamos de acuerdo que pudiera legislarse con fines terapéuticos, venderse este producto con receta retenida en establecimientos pertinentes.
En relación a lo señalado nos preocupa que un número no menor de jóvenes, imputados, como en privación de libertad y conforme a nuestros análisis médicos manifiestan trastornos de personalidad, psicopatías y compulsiones descontroladas.
En el caso de estas personas la ingesta de marihuana -hoy con grandes restricciones – es cuantiosa, llegando, en ocasiones, a consumir diariamente, entre diez o más veces al día.Por otra parte, en varias ocasiones este consumo se hace mezclado con alcohol, produciendo efectos con consecuencias catastróficas.
Dado que algunas de estas personas manifiestan graves alteraciones neuropsiquiátricas, la droga las potencia, produciendo reacciones compulsivas devastadoras.
Valga como ejemplo la experiencia de una mamá que debió ocultarse, por largas horas, en la baño de su casa, ya que el propio hijo, por confusión de roles, producto de exceso de consumo la perseguía para abusar de ella.
Hace un tiempo participando en un Congreso Internacional, mi pensamiento en relación a legislar pro- droga, iba en la dirección de lo que hoy sostienen algunos parlamentarios.
Posteriormente al escuchar y conocer dramáticos y conmovedores testimonios, concebí la inconveniencia de una legislación que apruebe el consumo de marihuana.
Quizás sería del todo conveniente quienes pretenden legalizar esta droga, visiten los Centros Juveniles de privación de libertad y escuchen atentamente y con humildad lo que esa porción de ciudadanos puede aportar al respecto.
Todos sabemos, por estudios realizados, que el consumo de drogas- cualquiera sea esta- inhibe significativamente la voluntad. En este sentido son los propios jóvenes quienes manifiestan los actos de locura y embriaguez, efectuados justamente estando bajo los efectos de este alucinógeno.
Lo más impresionante de todo esto que llevamos diciendo, es que los mismos afectados, la mayoría con precaria escolaridad, cultura muy básica y muchos de ellos sin saber leer, ni escribir, son capaces de distinguir hechos brutales e irracionales realizados especialmente cuando están bajo los efectos de la droga.