Parece que las propuestas discursivas y legales sobre la reforma al sistema binominal están llegando a sus últimos días. Ya sean propuestas reales y muy sentidas o ya sean propuestas formales y presentadas sólo para no aparecer como un conformista con la situación actual, las propuestas concretas sobre reforma del sistema binominal, para elegir a los representantes del pueblo, parecen agotarse frente a la imposibilidad política de concretarse.
A esta altura resulta poco serio – y hasta jocoso – que los mismos actores políticos que no han podido modificar el sistema electoral en tantos años nos vuelvan a plantear dicha propuesta en el año 2015, 2020, 2025 y así sucesivamente…
Lo anterior genera una realidad político electoral de petrificación de la norma, donde sabemos que las herramientas o instrumentos utilizados no sirven para democratizar o perfeccionar el sistema electoral para elegir el poder legislativo.
Es como pretender destruir un bloque de concreto con una cuchara de plástico.
¡Simplemente no se puede! Ni siquiera vale la pena intentarlo. Más aún, uno empieza a sospechar de quienes nos invitan a romper un bloque de concreto con dicha cucharita.
Reconocer el fenómeno anterior nos abre una enorme posibilidad, un verdadero desafío, una movilizadora propuesta de terminar con un sistema anacrónico, oligarca y favorable a los intereses de cierta derecha autoritaria. Nos referimos a la posibilidad de generar una asamblea constituyente que elabore una nueva Constitución Política para Chile.
El fundamento ético, paradojalmente, nos los entrega – hablando en un sentido metafórico – el testimonio del “mocito” de Manuel Contreras, al recordarnos como los servicios de seguridad de la dictadura fueron parte del fraude electoral para aprobar la Constitución de 1980. Situación que por lo demás está suficientemente documentada y conocida por todos y todas.
Sin duda la propuesta de una Asamblea Constituyente que elaboré una Nueva Constitución tiene muchos detractores. A los argumentos de la derecha no me referiré pues son ampliamente conocidos. Los que me preocupan son los argumentos del mundo de la oposición.
Permítanme utilizar el esquema propuesto en “La Retórica de la reacción” de A. Hirschman (1991)para responder a los sectores que se oponen a la propuesta de una Asamblea Constituyente. Son tres tesis que se utilizan en forma reaccionaria, desde un pensamiento conservador, que intentan paralizar cualquier transformación.
La primera tesis es la del efecto perverso, señala que algunas transformaciones producirían el efecto contrario al buscado. En este caso, buscar una asamblea constituyente que cambie toda la Constitución Política, haría que la Constitución nunca se modifique y es mejor insistir por el camino de cambiar lo posible primero, en este caso, el sistema binominal. Señalemos que 23 años de experiencia en esta línea refutan dicho argumento.
La segunda tesis es la de la inutilidad, asume una posición cínica, nos señala que no sacamos nada con impulsar una asamblea constituyente que redacte una nueva Constitución si finalmente todo seguirá igual. Apelan a la frustración y una especie de “ley de la inmovilidad”.
Tienen hasta un fundamento histórico, en Chile todas las Constituciones han sido impuestas por la oligarquía, y va a seguir siendo así. Es la más peligrosa de las argumentaciones contra la propuesta de impulsar una Asamblea Constituyente.
Por último, esta la tesis del peligro, que señala que una propuesta de esta naturaleza, incluso reconociéndole méritos, podría producir un nuevo escenario peor al actual. De hecho se argumenta que la estabilidad política es un valor público que hay que cuidar frente al desorden que podría provocar un debate de una Asamblea Constituyente.
Consideremos que los niveles actuales de ilegitimidad del sistema político hacen menos potente dicha tesis, donde las injusticias cotidianas del modelo hacen que las personas estén más dispuestas al riesgo de cualquier transformación profunda del modelo de desarrollo y sus bases institucionales.
Estas tres tesis han sido utilizadas, incluso por llamados sectores progresistas, para detener procesos emancipadores de la humanidad en otras épocas. A la luz de estas tres tesis recordemos el debate sobre la incorporación de las mujeres con derecho a voto o la movilización social contra la dictadura de Pinochet. Y se utilizan contra la propuesta de la Asamblea Constituyente que redacte una nueva Constitución Política.
Por lo anterior, constituye un primer paso, para impulsar una propuesta de asamblea constituyente, el tomar conciencia de las propias dudas y resquemores que genera dicha propuesta en personas y actores políticos del propio sector, reflejada en las tres tesis presentadas.
En mi modo de pensar, esto es una de las cuestiones esenciales en los próximos debates en torno a las presidenciales del 2013. Se les tiene que exigir una posición clara sobre el tema, tanto a los candidatos/aspresidenciales como a los diversos actores políticos que apoyan a dichos candidatos/as.
El esquema de Hirschman es un buen ejercicio para analizar la propuesta discursiva de los actores involucrados en el tema, es decir, todos y todas y cada uno/a de nosotros/as.