No sólo la justicia del homenaje a uno de los más grandes futbolistas chilenos de todos los tiempos sino que hacerlo en vida, es lo que se agradece cuando se bautiza el Estadio Playa Ancha de Valparaíso con el nombre de Elías Figueroa.
Debo reconocer un afecto y respeto especial por don Elías.
Tres veces mundialista, 1966 en Inglaterra, 1974 en Alemania y 1982 en España, también fue tres veces el mejor futbolista de América cuando los mejores del continente, incluido Pelé, jugaban precisamente en esta parte del mundo.
Exceptuando la Selección de 1962, que está en una galería especial del Museo de los Héroes del Fútbol y la 1998, de cuyo proceso directivo me siento parte, personalmente creo que la Selección Chilena de 1974 juntó a una legión de jugadores extraordinarios, encabezados por don Elías, a los que admiro hasta el día de hoy.
Y si el gol de José Luis Sierra contra Camerún es la emoción mundialista que mejor atesoro porque el Coto será siempre un grande para todos los que sentimos la roja de Unión Española y vivirlo en el estadio es imborrable, la imagen mundialista que siempre me acompaña es la de Don Elías, en primer plano televisivo, después de estrellar un remate en el travesaño contra Australia bajo el diluvio alemán.
Tengo experiencias directivas importantes, pero debo confesar que compartir directorio con Elías Figueroa en la Corporación Deportiva de Peñalolén junto a dirigentes como Alfonso Swett y Julio Riutor ha sido una muy buena escuela.
El año 2006 firmamos juntos la Declaración de Santiago, documento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Promover y Difundir el Deporte como agente de Paz y Desarrollo. Su intervención sobre los valores asociados a la práctica deportiva y su propia experiencia personal fue conmovedora.
Este reconocimiento a don Elías Figueroa es una gran oportunidad para que nos acostumbremos a reconocer en vida a los que hacen cosas. Hay que imitarlo y no sólo en el fútbol.
También un estímulo para acostumbrarnos a llamar a los estadios por el nombre de la persona que queremos honrar. Elías Figueroa, Julio Martinez, Rubén Marcos, Sanchez Rumoroso, David Arellano, Germán Becker, Carlos Dittborn, Lucio Fariña y otros más, merecen instalarse como sinónimos de estadios y hacer efectivo el homenaje a las personas que nuestro fútbol reconoce y venera.
Me acuerdo de los Panzers y si bien don Elías no jugó en el equipo campeón de 1968, hoy sería una buena oportunidad para que las tribunas del recinto, como en Santa Laura y en San Carlos de Apoquindo, recuerden a los que mejor estimen los wanderinos.
Felicitaciones a Elías Figueroa. Gracias a los que han tomado la decisión de honrarlo en el Estadio Playa Ancha. Mis respetos al Wanderers y a todos los wanderinos. Con el nombre de su nuevo estadio evocarán una fuerza y una moral deportiva que los transformará en un equipo muy difícil de vencer.
Un recuerdo a todos los héroes del fútbol chileno, que como Don Elías, merecen de nosotros un cariño y gratitud más grande que un estadio.