Apareció recientemente en los medios una patética escena mostrándose a dos adolescentes chilenos detenidos, por la policía argentina en una estación de metro.Nos pareció dramático, tanto por los gritos de los jóvenes y de los policías, mientras los muchachos escondían su rostro para no ser fotografiados y aludían a que en Chile no se les trataba de esa manera, por ser menores de edad.
Sin embargo, lo que más nos llamó la atención, fue el tenor de la noticia, con caracteres de farándula, frivolizando la situación. Curiosamente, en ningún momento los exponentes de la información se interrogaban del porqué suele ocurrir esto.
No pocas veces, existen razones contundentes para abandonar el país y lamentablemente convertirse en lanzas o delincuentes avezados, sea en los países vecinos o más allá de estos, con todas las nefastas consecuencias que esto significa.
Su génesis suele ser por un profundo desarraigo nacional, en que la ausencia de raíces familiares, el desafecto, la falta de historia personal, la agonía diaria, que hace que duela la existencia, los hace mirar y proyectarse más allá de las fronteras, pensando falsamente en la construcción de una vida diferente.
Mucho tiene que ver en esta idolátrica y fascinadora fantasía juvenil, los medios de comunicación, que nos atiborran, todo el día, con gente linda, ropa de marca, lugares paradisíacos, autos de lujo, la obtención de dinero fácil y en abundancia, etc.
Ante el vacío que corroe y muerde las entrañas, con amarga impaciencia, muchos deciden, por cualquier medio, venerar al dios del dinero, del poder y del placer.
Muchos fueron los signos, desde la más tierna infancia, que nos fueron advirtiendo de una desadaptación personal, social y familiar, que debimos de atender y subsanar.
La Fundación Paternitas conocedora y experta en acoger y brindar esperanza a quienes transitan por la noche oscura de la desolación y del desamparo hostil y peligroso, invita a los medios de Comunicación, a conocer más a fondo la manera en que nuestra institución tiende la mano y logra superar este conflicto de desarraigo y penuria humana.
En este contexto las informaciones expresadas tendrán una herramienta valiosa y señera para indicar a la comunidad, que la última palabra no puede ser ni será, el hecho aislado, con su reacción consecuente, sino más bien el punto focal será siempre la persona, su historia, sus posibilidades.