Hace algunos días, en el primera feria del fútbol, interesante iniciativa que espero se consolide, fui invitado a compartir un panel sobre el Fútbol y su impacto en la Sociedad.
Junto con destacar los valores asociados al deporte propiamente tal –salud, educación, prevención de conductas riesgosas, desarrollo de habilidades sociales como trabajo en equipo, lealtad, solidaridad- expuse el aporte concreto que el fútbol profesional hace a través del empleo de jóvenes entre 18 y 25 años con rentas promedio que superan con creces el sueldo mínimo.
Asimismo, demostramos que muchas empresas dispuestas a colaborar con la comunidad a través de programas de responsabilidad social o interesadas a potenciar el desarrollo de sus ejecutivos encontrarían en el fútbol una herramienta muy valiosa de apoyo.
Así lo demuestran, entre otros, programas sociales como el “fútbol calle” o las conferencias de liderazgo dictadas por destacados ex futbolistas o vigentes entrenadores de fútbol.
Sin embargo, y a pesar de las evidencias que pueden demostrar todo lo anterior, el fútbol no es el deporte favorito para los responsables de la toma de decisiones a la hora de contratar una herramienta de desarrollo y no solo en programas de contribución a la sociedad o de formación de ejecutivos.
Las barreras que genera nuestro fútbol las podemos agrupar en tres grandes capítulos:
Alta conflictividad de la actividad.
En muchas Industrias, la competencia entre los operadores de la misma, es la característica más importante, como ocurre en la banca, el retail y las telecomunicaciones por ejemplo.
Sin embargo, en estas industrias ni las empresas ni las personas se descalifican, agreden o desprestigian mutuamente como se hace en el fútbol. Alimentado por la pasión propia de un juego tan emocionante, el fútbol y sus actores no saben poner límites a la fase competitiva y trabajar en la fase colaborativa.
Nunca he visto a los presidentes o directivos de empresas competitivas tratar a sus pares como se tratan los líderes de los clubes de fútbol cuando tienen que dirimir legítimas diferencias o intercambiar argumentos en una materia abiertamente opinable.
Falta de transparencia de la actividad.
Hoy día se han derrumbado los muros entre la vida púbica y privada cuando la actividad es socialmente relevante. No basta con las obligaciones legales para sentir que se informa adecuadamente sobre la actividad. La sociedad exige cada día más información y más coherencia entre lo que se dice y que se hace.
Cuando hablamos de transparencia, no sólo hablamos de evitar los fraudes sino que nos referimos a la publicidad e información de los actos que se desarrollan por los actores del fútbol.
Hay muchas actividades propias del fútbol que ya no soportan la histórica y a veces fundada opacidad con la que operan aunque no haya norma legal que lo prohíba: el sorteo, calificación e informes de los árbitros; las audiencias de los tribunales, comisiones o directorios; las negociaciones y transferencias de futbolistas, etc. En línea con las últimas tendencias en la materia, se demanda información financiera abierta para los accionistas y también para cualquier interesado.
Innovación en la gestión.
El fútbol es un espectáculo y como tal compite con todos los actores insertos en la Industria de la entretención. El cine, los conciertos, los centros comerciales, entre otros, son los competidores a los que hay que vencer para conquistar el gasto que las familias están dispuestas a realizar. ¿Es nuestro fútbol un espectáculo seguro, competitivo y emocionante? ¿Son seguras, ordenadas y limpias nuestras instalaciones deportivas?
Me temo que seguimos trabajando para “sacar adelante” el partido y no para producir un espectáculo y ello es el principio del fin porque sin espectáculo irán muriendo los clubes capaces de jugar partidos.
Confío mucho en el fútbol. Creo que es la mejor herramienta de posicionamiento, desarrollo y promoción social que una empresa u organización comprometida con la comunidad, sus clientes y trabajadores puede encontrar. Uno de los mejores lugares para trabajar para la juventud chilena. Un espectáculo atractivo como ninguno.
La misma convicción y cariño que me hace creer en el fútbol es la que me mueve a pedir cambios.
No sólo modificar lo que anda mal. Para conquistar sustentabilidad y futuro, innovar es imperativo.