Magnetismo, magia, carisma, duende…Un cantante puede tener grandes cualidades vocales y creativas para triunfar pero si no posee “ángel” para comunicar, para llegar a la gente, su arte no será reconocido plenamente y es probable que su trayectoria corra el peligro de quedar empantanada en tierra de nadie
Javiera Mena, la intérprete y compositora chilena ligada a lo que se denomina genéricamente como tecno pop forma parte de ese tipo de cantantes que sin poseer grandes cualidades vocales se planta ante el público y lo domina.
Ella no aparece en el escenario como una tigresa dispuesta a devorar sus presas. Javiera Mena es felina, pero mimosa y sutil a la hora de conquistar, de jugar con el público. Esa manera innata de tomar posesión contribuye a crear una atmósfera de cercanía muy especial. El público cae rendido a sus pies y convierte a la musa venida del Sur en la reina indiscutible de la fiesta.
Ya es la cuarta vez que asisto a una de sus actuaciones en Madrid. La razón es que ella es la primera representante de la nueva generación de músicos chilenos que paso a paso ha logrado conquistar un espacio sólido en el underground artístico de España.
Esta vez el corto pero intenso programa de actuaciones ha abarcado Valencia, Barcelona, Bilbao y Madrid. Después de aquí, Londres y regreso a Chile.
Si el año pasado la actuación estelar de Javiera Mena en Madrid fue en un teatro mítico- el Lara, donde según cuenta la leyenda urbana merodea el fantasma de una actriz de renombre – en esta ocasión el lugar elegido fue Ocho y Medio, una sala que estrena espacio entre Malasaña y Chueca, el centro mas bohemio y canalla de la capital española y en la que suelen actuar grupos y cantantes alternativos.
Acompañada de tres músicos, eximios en la batería, guitarra, piano y sintetizadores, Javiera Mena , de polera y jean negro , con un colgante metálico como único complemento que reafirmaba un atuendo casual, desgranó en el escenario y ante un público muy fiel los temas que más han sonado de sus trabajos discográficos : “ Esquemas” y “ Mena”.
La canción fetiche con la que abrió y cerró el recital fue “Al siguiente nivel”. En total, once temas que llevaron a la audiencia el sello inconfundible de la cantante y autora chilena.
Canciones con guiños intimistas que transmiten confidencias, declaración de principios, temores y esperanzas. El público, como siempre, coreó las canciones, acompañó con palmas y bailó.
“Luz de Piedra y Luna”, “Hasta la verdad”, “Sufrir” y el revival “Yo no te pido la luna” fueron las canciones que contaron con la mayor complicidad de los asistentes, entre los que predominaban españoles, mexicanos y chilenos.
Hay que añadir que Javiera Mena tenía preparada dos sorpresas. Una, la inclusión de un tema de Mecano, grupo que admira, y la compañía del cantautor también chileno Fernando Milagros en la interpretación de uno de sus temas.
Cuando habían transcurridos minutos de actuación, Javiera Mena, confesó en voz alta estar nerviosa. La respuesta de los suyos fue inmediata.Aplausos y gritos de admiración -¡guapa! – sirvieron de bálsamo para que el espectáculo se cargara de energía positiva.
Indiscutible. Ella, perseverante, se ha ganado un sitio en el corazón de algunos y un lugar en el panorama musical español.
Hay que destacar que esta vez tuvo como telonero al grupo barcelonés Hidrogénesis y contó con el auspicio de una firma de calzado española. Detalles que hablan de su ascenso en el competitivo mundo de la música pop.
Y una nota para cerrar capítulo. Es hora que Javiera Mena, en la mayoría de edad artística, trabaje nuevos temas y arriesgue más en las puestas en escena. Renovarse o morir. Esa es la cuestión.