El Partido Comunista de Chile acaba de cumplir cien años de existencia, conmemorados con diversos actos en todo el país y recibiendo el saludo de los más diversos sectores políticos y sociales.
El homenaje de la Cámara de Diputados del 5 de este mes, es un ejemplo, hablaron todos los partidos políticos y a nombre de RN y la UDI lo hizo el diputado Pedro Browne en aplaudida intervención.Reconocimiento republicano a una fecunda trayectoria.
El partido de los comunistas chilenos surgió antes de la gran revolución de octubre en la Rusia zarista y en medio de grandes convulsiones sociales en nuestro país y en el mundo, bajo su primera denominación de Partido Obrero Socialista. Fue en 1922 que adoptó su actual denominación y se afilió a la entonces Tercera Internacional. Su influencia en la vida del país no sólo es innegable en el plano del desarrollo político y social sino que ha sido factor muy importante en el plano de la cultura.
Ha resistido las más difíciles pruebas durante periodos oscuros de la historia del país. Las dictaduras de Ibáñez, González Videla y la más terrible, la de Pinochet, pretendieron acabar con el PC eliminando físicamente a sus principales dirigentes y a muchos de sus más destacados militantes. Pero una y otra vez la vida demostró la imposibilidad de concretar ese propósito criminal.
Tengo a la mano la declaración judicial del ex oficial de Carabineros, Ricardo Lawrence, agente de la DINA, quien relata el secreto encuentro de Pinochet con el compañero Víctor Díaz, por entonces líder máximo del PC, secuestrado, atado de pies y manos y torturado en el fatídico cuartel de Simón Bolívar en donde poco después lo asesinaron asfixiándolo con una bolsa de plástico para luego arrojarlo al mar.
Cuenta Lawrence que cuando el dictador se jactaba frente a Víctor de tener prisioneros a varios de los más importantes dirigentes del Partido, el camarada Díaz le respondió que su empeño era inútil, ya que “pretender destruir al partido de los comunistas es como intentar vaciar el mar con un balde”
El PC tiene determinados detractores que a falta de argumentos sólidos recurren a menudo a criticar su solidaridad con otras naciones en que se construía o se construye el Socialismo. No parece apropiado si consideramos que, independientemente de lo que haya de falsedad en la crítica, se trata en todo caso de realidades diferentes que deben analizarse como tales y no asimilarlas a los proyectos nacionales.
La Unidad Popular del Chile de los años 70, por ejemplo, en que el PC jugó un destacado papel, no era una propuesta de partido único sino de conducción plural y la razón es valedera: se corresponde con nuestro desarrollo histórico y sin duda será la forma en que se construya la sociedad socialista del futuro en Chile.
En otras latitudes, Cuba por ejemplo, la realidad es diferente y por razones que a mi juicio tiene mucho más que ver con la impronta martiana que leninista y la proximidad del imperio, es perfectamente comprensible – y así lo siente la inmensa mayoría del pueblo cubano – que exista una sola fuerza dirigente de la sociedad, sin divisiones que la debiliten frente a un vecino de la peligrosidad del que tiene.
La vocación democrática de los comunistas chilenos se expresa a lo largo de la historia nacional y si se analiza desapasionadamente se comprueba que el PC nunca ha formado parte, ni ha apoyado, ni ha negociado con ninguno de los gobiernos dictatoriales y antidemocráticos que ha sufrido la nación ; no todos los partidos chilenos pueden decir lo mismo.
Sus líderes han sido chilenas y chilenos honestos y consecuentes con amplio reconocimiento ciudadano, desde Luis Emilio Recabarren, el fundador, el obrero tipógrafo y creador de la prensa obrera y luego Elías Lafferte, Galo González, Carlos Contreras Labarca, Ricardo Fonseca, Luis Corvalán, Gladys Marín.
El aporte de los comunistas a la cultura nacional ha sido igualmente significativa.
Sin que los nombres que cito sean los únicos y a sabiendas que debo omitir a muchas y muchos, al menos recordemos que fueron o son dirigentes, militantes o simpatizantes del PC figuras de la altura de Pablo Neruda, Víctor Jara, Violeta Parra, Volodia Teitelboim, José Miguel Varas, Patricio Bunster, José Balmes, Julio Escámez, Roberto Matta, Luis Enrique Délano, Francisco Coloane, Juvencio Valle, César Godoy Urrutia, Roberto Parada, Fernando Ortiz, Enrique París.
En fin tantas y tantos mujeres y hombres de las letras y de las ciencias, de la academia, ingenieros, arquitectos, abogados, destacados profesionales de distintas esferas, maestros, músicos, incluyendo un alto número de premios nacionales.
Pero sin duda su núcleo principal es la clase obrera, los trabajadores. En sus filas han estado destacados dirigentes sindicales como Juan Vargas Puebla, Bernardo Araya, Luis Figueroa. También mujeres ejemplares como Elena Pedraza, Julieta Campusano, Marta Ugarte, Sola Sierra y Gladys Marín, entre muchísimas.
Cuando en 1973 las condiciones históricas cambiaron y pese a todos los esfuerzos por evitar una confrontación violenta y asegurar la convivencia democrática, se impuso la dictadura de las FFAA, el PC decidió enfrentarla por todos los medios posibles, con seriedad y responsabilidad, impulsando la rebeldía popular. Esa movilización combativa de las masas contribuyó de modo determinante al desenlace.
Más allá de toda consideración o crítica, nadie podría poner en duda el propósito patriótico, democrático y popular y la convicción y entrega de sus militantes.
Precisamente lo hace diferente y lo singulariza el desprendimiento de lo individual en aras de lo colectivo, la defensa de los intereses del pueblo y la voluntad de cambiar la estructura social en permanente búsqueda de la felicidad de las mayorías nacionales.
Como expuso Carlos Marx, no es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia y es el modo de producción de la vida material lo que condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. Pero la militancia política revolucionaria no es sólo conciencia y razón.
Es también pasión de vivir, sentimiento, emoción, fuerza interior, rebeldía, ira, ternura, coraje, en fin el deseo permanente de apurar el curso de la historia para construir un mundo mejor. La “mente fría y el corazón ardiente” de que habló Lenin. Después de vivir un siglo el PC está hoy rodeado por la juventud movilizada.
Al fin de cuentas, quizás la mejor síntesis sea recordar en los 100 años las palabras del poeta y comunista español Marcos Ana, 23 años prisionero de Franco, que en sus “Poemas de la Prisión y la Vida” confiesa respecto de su prisión que “mi pecado es terrible; quise llenar de estrellas el corazón del hombre” … “Vivir para los demás es la mejor manera de vivir para uno mismo”.
Es el coraje de ser. La pasión de luchar por una causa justa.