La muerte de Allende y Neruda está escrita es nuestra literatura histórica sin la menor duda. De Allende se dice “se suicidó disparándose en la barbilla”, de Neruda “murió de un cáncer de próstata”. No conozco texto alguno que indique algún grado de incertidumbre, que deje ver alguna otra posibilidad.
38 años después la historia y la verdad se dejan permear por la duda.
Es doloroso para las familias volver atrás, e instalar nuevamente el luto, la rabia y la pena.
Y para el país es duro pensar que la violencia ejercida por los militares chilenos no tuvo límites, camuflada por una institucionalidad que supo perfectamente construir los mecanismos que permitieran desde el anonimato y la impunidad, instalar un relato para los próximos 38 años.
Y si bien cada persona vale lo mismo que otra, sin lugar a dudas Allende y Neruda se distinguen entre el pueblo por su carácter simbólico. “el presidente”, “el poeta premio Nobel”. Ni tan distinguida investidura los libró de la crueldad.
Pero entre el año 1973 y el 2011 ha ocurrido mucha historia en nuestro país y es duro también comprender, que no hayamos sido capaces de darle a la dictadura el real espacio que le corresponde, como aquel acto que debe repararse, que no debe nunca ocurrir, y que sobre todo debe aclararse.
La dictadura duró 17 años, mató a miles de personas, exilió a otras miles, torturó, relegó, desarmó las bases sociales de nuestro país, desarticuló a las familias, instaló el miedo y marcó nuestra historia para siempre.
¿Cuantos actos sucedidos en este tiempo fueron aclarados? Simplemente aclarados.
¿Cuanta verdad hemos sabido y cuanta se ha ocultado?
El juego con la verdad fue la gran carta para negociar la democracia. Y sabemos que eso era irremediable, no hay país en el mundo que haya logrado una transición de esta envergadura sin negociar la verdad.
Sin embargo nuestro país parece liderar la peor de las negociaciones. Un puñado de ex agentes DINA y CNI en una cárcel de lujo, una ley de compensación a familiares de víctimas que incluía un flamante Lada , una beca y una pensión y unos abultados lomos de relatos de testimonios de víctimas.
Hoy el país necesita que nos aclaren la historia, queremos saber todo. ¿Allende se suicidó o también recibió un tiro?, ¿Neruda murió de pena como dicen, o lo asesinaron, como a Frei?
Si esto es real, necesitamos saber quien fue, y quien permitió que esto haya sido un secreto de 38 años.
También queremos saber la verdad sobre los miles de atropellos a derechos humanos cometidos entre el año 1973 y 1989.
Y sobre todo necesitamos poder ser nosotros quienes decidamos que hacer con la verdad.