Se habían creado expectativas. Un par de seminarios recientes, uno de Libertad y Desarrollo y otro de Chile 21 y los adelantos del ministro Cruz Coke en el primero, habían puesto el debate sobre la institucionalidad cultural en el tapete político y se presumía que el discurso presidencial del 21 de mayo daría luces sobre el camino que seguiría el proyecto de Ley del ministerio de Cultura y Patrimonio, ya anunciado con similares términos hace un año en la misma cuenta ritual. Pero la sorpresa vino por otro sector: el multiculturalismo.
Veamos el texto del Mensaje: “Estamos dando un nuevo trato a nuestros pueblos originarios para integrarlos a nuestro desarrollo económico y social, y respetando al mismo tiempo su identidad, cultura, lengua y tradiciones. Para ellos, estamos impulsando una reforma constitucional que reconoce a Chile como un país multicultural”…
“Hoy quiero proponer a nuestros pueblos originarios la creación de dos áreas de desarrollo indígena adicionales. Una, en parte de las comunas de Ercilla y Collipulli, y la otra, en la provincia de Arauco. Su objetivo es que los distintos territorios puedan participar activamente en las decisiones que los afectan. Asimismo, estamos creando centros de etnoturismo, administrados por las propias comunidades indígenas, tal como ocurre en países como Canadá o Nueva Zelanda. Y este año lanzamos un programa para rescatar sus lenguas originarias. Si no hacemos nada, en las próximas dos décadas el mapudungun o el aymara se habrán perdido, y con ellas, una parte muy importante de nuestra historia, identidad y riqueza cultural. Este programa permitirá que diez mil jóvenes de distintos pueblos originarios puedan aprender su lengua materna, enseñada por sus propios sabios a través de métodos ancestrales”.
De este modo, la noticia cultural este 21 de mayo vino más desde el ministerio de Desarrollo Social, ex Mideplan, que desde el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Cuestión de geografía: su titular, Joaquín Lavín, reside desde hace algún tiempo en La Moneda y Luciano Cruz Coke sólo llegó hasta Ahumada 11 luego de su migración desde la lejana sede de Fray Camilo Henríquez, en esa loca carrera que parece existir por estar en el Palacio de Toesca.
Lo que se logró desde el Consejo, en el Mensaje, fue sólo un conjunto de reiteraciones: “Una sociedad de valores supone también una cultura libre, diversa y accesible a todos los chilenos. Para ello estamos invirtiendo más de $ 75 mil M$, el mayor esfuerzo de nuestra historia, en la construcción de cinco grandes teatros regionales en Iquique, La Serena, Rancagua, Concepción y Punta Arenas, además de 51 nuevos centros culturales a lo largo y ancho de Chile. Además, estamos recuperando 62 edificios patrimoniales, incluidos la Casa de Violeta Parra y de Vicente Huidobro, el Santuario Santa Rosa de Pelequén, el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo Nacional de Historia Natural y la Biblioteca Severín. Para adecuar nuestra institucionalidad cultural a las necesidades del Chile actual, pronto enviaremos el proyecto de ley que crea el Ministerio de Cultura y Patrimonio, que estará integrado por el Consejo de la Cultura y las Artes, el Consejo de Monumentos Nacionales y la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos”.
“Compatriotas: el desarrollo cultural no puede ni debe venir solo del Estado. En una sociedad fundada en la libertad se requiere también la participación y el compromiso activo del sector privado y la sociedad civil. Por ello, valoramos la aprobación en la Cámara de Diputados del proyecto que perfecciona y fortalece la Ley de Donaciones Culturales y esperamos su pronta aprobación por el Senado”.
“¡Este sería el mejor homenaje que podemos rendir a don Gabriel Valdés, no solo un gran hombre de Estado, sino también, un gran promotor de la cultura y las artes! Quiero también rendir hoy un homenaje a Nicanor Parra, nuestro Premio Cervantes de Literatura, y manifestar a nombre de todo el pueblo chileno nuestro apoyo a su candidatura al Premio Nobel de Literatura para que se sume así a Gabriela y Pablo, dos gigantes de las letras chilenas, y cumplir así su vaticinio de que la derecha e izquierda unida jamás serán vencidas”.
El reconocimiento de la feliz continuidad del programa de centros culturales e infraestructura cultural, que nació el 5 de abril de 2000 en el mismo Palacio, inspirado por otro presidente, Ricardo Lagos, continuado por la Presidenta Michelle Bachelet e incrementado por el actual gobierno, que le adicionó el capítulo de Teatros Regionales –inspirado en el Regional del Maule, inaugurado en 2005- y un capítulo de restauración patrimonial –datado el 2007, pos terremoto y pos Informe de la Comisión Parlamentaria presidida por el Diputado Felipe Harboe- que considera el parcialmente reinaugurado Museo de Historia Natural, entre otros edificios dañados, no deja de ser un tema de gobiernos anteriores, que bien valdría hidalgamente reconocer como tal.
La noticia desperdiciada en el discurso anual fue la modificación, recientemente aprobada casi por unanimidad en la Cámara de Diputados, de la modificación a la Ley de Donaciones Culturales, que se desdibujó entre una apelación al sector privado a apoyar la cultura y un merecido homenaje al ex Senador Gabriel Valdés.
La incontenible tendencia a felicitar al poeta Nicanor Parra – y una vez más proclamarlo candidato al Premio Nobel- puede convertirse en un verdadero salvavidas de plomo para el anti poeta, si consideramos la distancia que la Academia Sueca tiene a las candidaturas oficiales y tan publicitadas.
Los dos párrafos citados constituyeron la totalidad de las alusiones culturales del Mensaje y por tanto se podría afirmar que son las aspiraciones del gobierno del Presidente Sebastián Piñera en esta materia, en el año y algo que le queda.
No es un misterio que en 20 meses no se aprueba una ley hasta la fecha desconocida, quizás tampoco sea tiempo factible para una reforma constitucional tan ambiciosa como la descrita.
Por lo tanto, tal vez valdría la pena reunir ambas iniciativas – la del Ministerio y la del multiculturalismo- y dejar propuesto como tema de campaña y programa del siguiente mandato la creación de un Ministerio de las Culturas que integre todas las iniciativas culturales de los pueblos indígenas junto con las entidades hoy responsables del patrimonio “hispánico” y las sume al exitoso Consejo Nacional de la Cultura y las Artes que -¿coincidencia?- también está mirando en muchas de sus iniciativas de gestión hacia países como Nueva Zelanda y Canadá y trabajando seriamente con lenguas y planes de lectura.
En el aire permanecen algunas dudas del mundo cultural que no fueron resueltas en esta jornada, como por ejemplo la fecha de inicio de la segunda etapa del proyecto GAM, cuyo enorme excavación, en plena Alameda, sigue esperando por la gran sala que debiera llegar a ser el centro nacional de las artes musicales y de la representación.
Por ahora debemos resignarnos a que, como se esperaba, la cultura no es la prioridad de este gobierno, aunque una pizca de merkén podría animar el debate.
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