Como todos sabemos, Chile no es el único país que padece o ha padecido los graves efectos de la contaminación ambiental. Posiblemente es el que más ha medido los índices contaminantes que lo están ahogando día a día.
Evidentemente no ha solucionado el problema, pero lo tiene muy bien medido. Sabemos cuáles y cuántas son las partículas que nos asfixian y nos llevarán a la tumba. Sin embargo, no hemos sabido reducir significativamente esos fatídicos índices. Otros países lo han logrado. ¿Por qué no los chilenos? ¿Falta de recursos económicos? No. ¿Carencia de modelos? No. ¿Escasez de ideas? Tampoco. ¿Falta de voluntad? Tibio, tibio.
Llevamos demasiados años midiendo la contaminación, pero no solucionándola. Eso no sirve. ¿Cuántos Gobiernos han intentado dar la solución? Muchos. ¿Qué problemas han sido solucionados? Ninguno. Pero todos han sido medidos hasta el infinito. Gobiernos-medidores. No Gobiernos-solucionadores. Eso no sirve.
Ocurre lo mismo en nuestra educación y en nuestra salud. Lo tenemos todo medido, pero nada solucionado. Somos un Chile-medidor. Se necesita un Chile-solucionador. ¿Dónde está? Nuestros antepasados dieron solución a muchos temas ¿Y nosotros?
Recuerdo haber leído que Londres era, hace unas cuantas décadas una ciudad tanto o más contaminada que Santiago de Chile, Temuco o Rancagua. Los ingleses midieron y rápidamente actuaron. Londres es hoy una ciudad descontaminada. Dicen que hasta se puede pescar en el Támesis, que antes era una cloaca similar a nuestro Mapocho. Los ingleses midieron y actuaron. Nosotros medimos, medimos y medimos. Inoperancia chilensis.
Como ciudadano y contribuyente de este país, como muchos otros chilenos y extranjeros residentes, me indigno ante tal grado de inoperancia de nuestras autoridades. De todas, sin distinción de color político. ¿Hasta cuándo?
Hoy en la tarde, después del trabajo, iré a regalonear a mi primer nieto, Santiago. Curioso se llama igual que mi ciudad natal. Si mi nieto Santiago mostrara síntomas de alguna enfermedad, no dudo de que sus padres, actuarían con eficiencia y eficacia para devolverle sus hermosos colores. Es muy posible que primero medirían su fiebre, pero no se quedarían conformes con ello. Actuarían. ¿Y nuestras autoridades?
Me indigna saber que nuestras autoridades de turno están evaluando si extender la restricción vehicular a los catalíticos ¡Pobre! ¡Muy pobre! Si pidiéramos ideas a un curso de Quinto Año de Educación Básica, recibiríamos muchas soluciones mejores y más creativas.
Parece que nuestra educación no está tan mal.