El Presidente de la República, Sebastián Piñera y su Gobierno han sido mezquinos con nuestros Pueblos Indígenas.
En esta tercera cuenta anual a la Nación, no hay ninguna referencia a la magnitud y profundidad de los conflictos suscitados entre nuestros Pueblos y el Estado.
Por el contrario, el Presidente reitera –una vez más- su concepto de “integración” a lo que él denomina como “nuestro desarrollo económico y social”, precisamente el modelo que conflictúa los derechos patrimoniales y territoriales de nuestros Pueblos.
El desarrollo económico-social chileno está significando importantes tensiones para nuestros pueblos: megaproyectos, centrales hidroeléctricas, explotaciones mineras, iniciativas de infraestructura y forestales, entre otras, afectan los territorios ancestrales y generan demandas que no están siendo escuchadas por el Gobierno.
La referencia al “reconocimiento constitucional” hace tiempo que es letra muerta en el Estado, a pesar de estar vigente el Convenio 169 de la OIT.
Señala también que se ha “reformado la política de tierras”, cuando en realidad lo sustantivo es que el Estado ha destinado menos recursos durante su Gobierno para la compra y transferencia de tierras, derechos adquiridos y reconocidos por el Estado a partir del Informe de la Comisión de Verdad y Nuevo Trato del 2004.
Propone la creación de dos nuevas áreas de Desarrollo Indígena (ADI) en Arauco y Ercilla, zonas en conflicto, con la idea de participación activa de las comunidades en la toma de decisiones, las mismas cuyos derechos han limitados poderosamente a través de la militarización de los territorios de estas localidades.
El Estado cree resolver las demandas de derechos colectivos de nuestros pueblos, creando por Decreto aquello que no está consensuado con las comunidades. Y si ello no resulta, sencillamente se aplican medidas represivas.
En general, la referencia presidencial al tema indígena no sólo es insuficiente –una vez más- sino que además resulta mezquina, en circunstancias que el Gobierno y la sociedad están suficientemente informados acerca de cuáles son las demandas reales de nuestros Pueblos.
En este caso, tales demandas se soslayan. Con toda seguridad, esto marca la incomprensión definitiva que el Gobierno conservador tiene en relación con el tema indígena.