El sorpresivo triunfo de la Presidenta de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos y la menos conocida de los tres candidatos de las inéditas primarias de Providencia, la independiente Josefa Errázuriz, tal vez encuentre algunas pistas de explicación en la antigua forma de hacer política cara a cara.
En una rápida simplificación que relacione a Cristóbal Bellolio con la necesidad de recambio generacional, a Javier Insulza con la Concertación y a Josefa Errázuriz con la ciudadanía, se podría llegar a afirmar que en el acotado y pequeño universo de votantes de la primaria (bastante menor al esperado por los candidatos), se impuso la trayectoria de la dirigencia social en la defensa de intereses locales, el conocimiento detallado de la problemática de los barrios y de los rostros de quienes la sufren. Pareciera que lo que ganó esta vez, fue la escala humana.
De otro modo no podría entenderse que no triunfara quien tuviera mayor exposición mediática y mayor tiempo de campaña, el que lideraba el seguimiento en twitter y quien hiciera un llamado a nuevos electores/as a cambiarse de comuna o a inscribirse por primera vez en Providencia, apostando a que los jóvenes dieran la pelea contra el actual Alcalde Labbé, que se mantiene por cuatro períodos a la cabeza del municipio y en la última elección alcanzó el 64% de las preferencias (42 mil votos).
Bellolio, el académico abogado integrante de Red Liberal, había logrado tender puentes con el sector liberal de Renovación Nacional (hasta que una orden de partido se los cortó) e, incluso, el apoyo de figuras de la otrora Concertación como Andrés Velasco o José Antonio Gómez, logrando un carácter cercano a lo transversal.
En el caso del periodista socialista, ni la presencia y votación de su padre, el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, ni la del ex Presidente Patricio Aylwin en el mítico Lastarria que sirvió de lugar de votación, pudieron contra la falta de carisma y su imposibilidad de diferenciarse con una propuesta concreta y atractiva, confirmando así la histórica apuesta concertacionista de no poner candidatos fuertes en esa comuna.
Mientras el joven (atributo al que no podrá seguir echando mano indefinidamente en futuras elecciones) Bellolio contaba con más de 26 mil seguidores en twitter e hizo de esa red social su plataforma de campaña, su votación sólo llegó a 1.297 votos (35,7%); Insulza no superó los 2.196 seguidores y sólo logró el voto de poco más de 1/3 de ellos (857 votos, lo que representa el 23,6%)
Por el contrario, la ganadora de las primarias apenas tenía unos 800 seguidores antes de la elección (la que rápidamente superó las 1.089 después de ella) y logró el voto de 1.444 vecinos/as, ganando con el 39,7%.
Más allá de que durante el debate en el programa Mentiras Verdaderas de La Red (la primera exposición mediática fuerte de Errázuriz), Giorgio Jackson le haya dado su preferencia vía twitter, pareciera que en esta ocasión la que efectivamente se movilizó fue la base social que conocía su trabajo territorial a través de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos o de Ciudad Viva.
Días antes, la precandidata había asegurado en un programa radial que “no tengo ni la maquinaria, ni la orgánica ni las lucas, pero eso ya vendrá, se conseguirá”.
En definitiva, lo único que tenía era el trabajo territorial y de base comenzado en plena dictadura, por lo que no es de extrañar que la idea de realizar talleres de trabajo para confluir en un programa común que llevará adelante fuera quien fuera el/a ganador/a, haya surgido, justamente, de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos que ella lidera.
Esta inédita primaria en que -como dijo Josefa- tres candidatos con “colores políticos diferentes, generaciones diferentes y, por cierto, mirada de género diferente” se pusieron de acuerdo en un programa único, representa un interesante y valorable ejercicio ciudadano.
Cuestión diametralmente opuesta a lo que ocurrió en las primarias de la Concertación en que votaron 313 mil personas en 141 comunas de todo el país, donde los ganadores fueron los caudillos y el acarreo; y las grandes perdedoras, las mujeres (en tanto sólo 16% fueron postuladas por sus partidos) y las campañas ciudadanas.
Sin embargo, sólo 3.600 movilizados a nivel comunal, en el marco de una potencial incorporación de más de cinco millones de nuevos electores a nivel nacional y habiendo sido apelados los jóvenes a inscribirse y votar, abre las dudas sobre quiénes efectivamente están dispuestos a movilizarse, más allá de las preferencias virtuales.
Lo pequeño de la muestra podría anticipar el tremendo riesgo para la legitimidad democrática que implica el voto voluntario, cuyo acuerdo fue impulsado hace algunos años por personeros de la Concertación justificando que era el precio que había que pagar durante la negociación para obtener la inscripción automática.
Lamentablemente, en las municipales de octubre es muy probable que se constate que ese precio resultó demasiado alto.
Habrá que ver si los/as ciudadanos/as que se manifestaron en la primaria logran incentivar la participación en octubre de nuevos/as electores/as que consideren que el beneficio de movilizarse y optar por una nueva alternativa sea superior al costo de mantener las cosas como están, con un polémico liderazgo que en la última elección llegó al 64%.