A los médicos nos gusta hablar en difícil para darnos importancia, a los pacientes les gusta pedir soluciones rápidas para sus problemas, para el dolor, para las fiebres, para las angustias.
Los médicos muchas veces actuamos presionados y no tomamos buenas decisiones, cedemos ante las ansiedades de los enfermos o las presiones interesadas de los vendedores de ilusiones.
Una buena causa como erradicar una enfermedad infecciosa mediante el uso de un antibiótico, lleva finalmente al desarrollo de bacterias resistentes y difíciles de controlar.De ahí el notable nombre de Clostridium Difficile.
Que, como declara la Sociedad de Infectología tiene un origen multifactorial, ataca a las personas más débiles, habitualmente hospitalizados, con otras enfermedades crónicas o sobreviviendo mediante respiradores artificiales. (www.sochinf.cl)
Los médicos han usado intensamente los antibióticos para resolver infecciones pero las bacterias han desarrollado resistencia, han mutado y no son afectadas por el uso de los antibacterianos.
Enfrentamos una verdadera epidemia de estas bacterias, especialmente en los que están hospitalizados y muy débiles. Popularmente se les ha llamado las “Bacterias Asesinas” pero debemos reconocer que son producto de la buena intención médica que termina haciendo más daño que bien. Esa es la Iatrogenia.
La Iatrogenia ha sido una preocupación histórica de los médicos, pues desde Hipócrates reconocen que lo más importante es “No hacer daño”, en latín “Primum Non Nocere”. Hay muchos ejemplos de Iatrogenia, alguna inocente, otra culposa.
Muchas veces el daño conocido y previsible debe equilibrarse con los beneficios y el paciente o sus representantes deben decidir, como en los casos de terapias contra el cáncer. El dominio de la autonomía del paciente, de los deberes de los médicos y otras derivadas, son el terreno de la Bioética, muy importante para conocer y discernir cual es el verdadero y justo camino.
¿Y Usted?, es decir el paciente lector o sujeto de la acción de la medicina. Bueno, cada día más activo, más empoderado como se maldice hoy y más informado.
La toma de decisiones en este terreno, incluyendo el del mal uso de los antibióticos, aparentemente inocente y bien motivada, es en parte producto de presiones de pacientes que desean la solución rápida y efectiva, más aparente que real.
Mucha gente adora las inyecciones pues les atribuye poderes mágicos, otros piden remedios que no importa “que sean caros o fuertes”. Y el médico cede a las presiones o a su propia ignorancia, mal alimentada por propagandistas irresponsables.
Y claro, finalmente un buen caso de epidemiología requiere de los jinetes del Apocalipsis, los que anuncian el fin del mundo ante cualquier dificultad y cumplen su papel en este drama.
La autoridad sanitaria en tanto sale a calmar los ánimos pero debe responder efectivamente en todos los casos, con la verdad y con soluciones compartidas, inteligentes y racionales.
Pero sobre todo hoy, con más y mejores recursos de infraestructura, de personal y de tecnologías para nuestro alicaído sector público de salud.