El martes 26 de marzo a las 19:45 hrs falleció Daniel Zamudio víctima de una golpiza brutal por parte de un grupo de jóvenes neonazis. Todos lo lloran, todos lo lloramos.
Las autoridades de turno desfilan con el rostro compungido por la Posta central para darles el pésame a sus padres y su hermana. El Movilh lo llora, sus familiares, amigos y vecinos lo lloran.
Vendrán las reflexiones más duras que pedirán cadena perpetua para los involucrados en esta verdadera matanza, contra ellos se lanzaran los dardos más duros clamando justicia.
Ellos son quienes deben pagar por semejante atrocidad. Lo más probable es que así sea.
Esos jóvenes idiotizados por una secta alienada serán los culpables pues ELLOS LO MATARON.
Pero bien sabemos que la cosa no es tan clara ni fácil.
A Daniel Zamudio lo mataron los mismos de siempre. Lo mataron hace meses atrás en la tramitación de una ley anti discriminación. Lo mataron los ultra conservadores de siempre.
Lo mataron aquellos que siempre se oponen y se opondrán a que nuestro país sea justo, verdaderamente justo y no escandalosamente desigual.
A Daniel Zamudio lo mataron los mismos que mataron el día 07 de noviembre mediante un escopetazo por la espalda a Alex Lemún. Lo mataron los mismos que asesinaron el día 03 de Enero de 2008 por otro disparo por la espalda a Matía Catrileo. Lo mataron los mismos que dispararon a quemarropa contra Jaime Mendoza Collío. Lo mataron los que durante años han financiado matonajes contra estos jóvenes mapuche que velan por justicia en su tierra, justicia para su gente.
A Daniel Zamudio lo mataron los mismos que la noche del 25 de agosto del año recién pasado asesinaron a Manuel Gutiérrez – adolescente de 16 años- en el contexto de las movilizaciones en apoyo a la demanda estudiantil.
Y la historia se repite una y otra vez. Los asesinos de siempre se esconderán en sus fueros parlamentarios, en sus autos blindados, en sus estrecheces que impiden que el desarrollo del país efectivamente alcance para todos.
A Daniel Zamudio lo mataron los grupos que se niegan a perder sus cuotas de poder y renunciar a su status quo, aquellos que concientemente perpetúan la indiferencia y las estructuras que generan miseria.
Lo asesinaron todos aquellos que se oponen a vivir en una sociedad diferente, que les provoca pavor la diferencia.
Lo mataron los miembros de iglesias ultra conservadoras que prefieren proteger más sus estrechos intereses que la vida real de las personas. Lo asesinaron aquellos que creen que tienen el cielo asegurado por intentar salvar un cigoto mientras impiden que las empleadas paseen libremente por sus mansiones construidas con injusticia e indiferencia.
A Daniel Zamudio lo asesinaron quienes se oponen a subir el sueldo mínimo y que suben indiscriminadamente el costo de la vida de las personas. Lo mataron los mismos que se niegan tercamente a transformar el sistema binominal que genera una democracia de papel lustre. Los mismos que creen que no es necesaria una reforma tributaria o los que consideran una aberración hablar de legislar por sueldos máximos para los peces gordos.
Lo mataron todos aquellos que consideran lícito intervenir policialmente poblaciones como La Legua, la Yungay, la Pincoya, la José María Caro, la Bandera, etc. Aquellos que consideran que se pueden violar a diestra y siniestra los derechos humanos en vistas de sus cifras irreales y del “dios del orden y de la seguridad”. Aquellos que creen que la injusticia y la desigualdad se soluciona construyendo más cárceles.
Sí, esos son, fueron y serán quienes mataron y continuarán matando a todos los Daniel Zamudio, Alex Lemún, Jaime Mendoza, Manuel Gutiérrez y tantas y tantos aniquilados de manera silenciosa por una sociedad que se ha acostumbrado a la desigualdad, la injusticia y la indiferencia como parte de la cultura.