El subsecretario del Trabajo, Bruno Baranda, ha planteado su posición respecto de lo que el Obispo Goic señalara públicamente el año 2007, y que las organizaciones de trabajadores han planteado hace decenios, es necesario establecer un Salario Digno, sin letra chica, sin empezar con la eterna discusión entre salario e ingreso, o que aumentar los salarios genera desempleo o la discusión acerca de qué bonos más agregar a los salarios.
El salario es el pago que debe recibir el trabajador por el desarrollo de su función en la organización en la que se desempeña; es evidente que su valor no puede estar solo definido por el mercado, toda vez que las organizaciones (con y sin fines de lucro) para funcionar necesitan de los trabajadores, por tanto es necesario que el salario alcance para la manutención del trabajador y de su familia (de ahí saldrán los trabajadores del futuro).
Teniendo eso claro, debemos agregar también las condiciones que establece la Organización Internacional del Trabajo (organismo tripartito donde concurren, gobiernos, representantes de empleadores y representantes de trabajadores) para que exista trabajo digno y decente, contrato, ingreso digno, seguridad social, estabilidad, buen trato, posibilidades de desarrollo, no a la discriminación por género, raza, religión, opción sexual, minusvalías.
No podemos seguir aplicando políticas de caridad, bonos, ayudas, canastas; ese tipo de “ingresos” dependen de la disposición del gobierno de turno, resta dignidad a quien lo recibe. Los trabajadores tienen derecho a recibir un salario digno por su trabajo, basta de asistencialismo y paternalismo, reconozcamos al trabajo su verdadero valor y remunerémoslo como tal.
Las Pymes en general pagamos salarios por sobre el llamado salario mínimo legal (hoy $182.000 antes de descuentos), y lo hacemos porque trabajamos codo a codo con nuestros trabajadores, siendo nosotros mismos un trabajador más en la gran mayoría de nuestras pequeñas empresas.
La remuneración que pagamos, que sospecho puede acercarse a los 250.000 planteados por el subsecretario Baranda, en muchos casos está compuesto por el salario, un 25% de él como anticipo de participación de utilidades (utilidades que en la gran mayoría de las pymes no existen o son bajísimas), bonos de locomoción y colación, y pagos no formales (a la negra en buen chileno). Esta situación debería cambiar, el ideal es que el salario mínimo digno, lo sea sin agregados, es decir salario propiamente tal, y sobre el los otros “extras”.
Las grandes empresas, que dan trabajo al 20% de los trabajadores del sector privado, pueden pagar dicho salario sin mayores inconvenientes.
Es cosa de ver los niveles de utilidad de Bancos, AFP, Isapres, clínicas, empresas de seguros, cadenas de Supermercados, de farmacias, de grandes tiendas, empresas de telecomunicaciones, ferreterías, eléctricas, cementeras, inmobiliarias, empresas de servicios sanitarios, mineras por señalar los rubros principales.
Por otro lado claramente no es cierto que un aumento del salario signifique más cesantía, por el contrario, menos cuando la economía externa está en crisis, es más importante el consumo interno, y éste se realiza con el salario de los trabajadores; más remuneración, más consumo; más consumo, más producción; más producción, más empleo.
Para las pymes puede ser un poco más complejo, sobre todo el proceso de pasar de negro a blanco una parte de los ingresos, porque eso significa aumentar los costos de leyes sociales y los ingresos incluidos como bonos no tributables ni afectos a leyes sociales.
Nuestro Estado podría ayudarnos en este proceso, subsidiando por ejemplo los mayores costos que por concepto de leyes sociales significaren estos cambios, un 100% de subsidio por los 2 primeros años, un 50% los años tres y cuatro, un 25 % para los años cinco y seis, y a partir de año siete sin subsidio.
Chile tiene recursos, Chile tienen estabilidad, es hora de empezar a aplicar políticas que de verdad empiecen a cambiar la bestial distribución del Ingreso existente.