Las más de 100 mil personas que habitan la Región de Aysén protagonizan un clamor ciudadano que se hace escuchar en todo Chile.
Las condiciones extremas en que viven esos hermanos, tanto por el clima y la situación de aislamiento geográfico constituyen un punto esencial de reflexión para quienes tienen la responsabilidad de la conducción política.
Al reclamo histórico se le ha impuesto la dilación y lo peor de todo, la descalificación.
El hecho de sentirse tramitado y postergado produce frustración y descontento.
Cuando se afirma que la región tiene mucho crecimiento y hay pocos cesantes, que en el fondo significa, “de qué se quejan”, entonces surgen los indignados, que se expresan en la mesa social.
Las peticiones son concretas. Para empezar el precio de los combustibles que alcanza niveles prohibitivos, un hecho que por lo demás, repercute en todos los productos alimenticios, en el vestuario, los enseres de casa, los materiales de construcción y la conectividad terrestre, por mencionar sólo algunos de los problemas.
Un dato: un viaje entre Balmaceda y Cochrane, dura 7 horas de ida y 7 horas de vuelta.
Cuando hubo promesas presidenciales de darle un nuevo status a la región en menos de un año, la ciudadanía, después de dos años, empieza a pasar la cuenta a la actual administración. Más allá de si se hizo poco o nada en el pasado, como argumentan en el gobierno para justificar la postergación.
Aplicar una táctica de guerra, descalificando primero el movimiento por ser “minoritario”, y después enviando guanacos y lanza gases con tropas especiales de policía, no apunta a la solución del problema. Por el contrario, lo agrava.
Ya van más de 3 semanas en que el avance es nulo y donde la autoridad emite mensajes mediáticos, que no resuelven ningún punto del petitorio.
La táctica oficial está orientada a dilatar el conflicto y a sembrar la división entre los demandantes a fin de atomizar al movimiento social.
El corte de caminos en un problema derivado de la sordera de los que detentan el poder. Pero no es el problema de fondo.
Aysén quiere participar en la búsqueda de soluciones concretas y es claro que no esperan soluciones paternalistas. Después de todo, fue el estado de Chile, el que incentivó el poblamiento de la zona.
La historia nos dice que el proceso comenzó a mediados del siglo XIX, tanto por la costa como desde la pampa y desde la frontera con Argentina. Para los que tienen mala memoria o pecan de ignorancia, el apoyo a los colonos para que se establecieran en la región, tuvo razones geopolíticas.
Son los mismos argumentos que hoy pesan para un tratamiento acorde con el sentido histórico de soberanía.
Que los otros no lo hicieron, estuvo mal, pero dejar de hacer lo que corresponde, ahora, es mucho peor.