Hoy descubrí a mi abuela muy atareada escribiendo un documento, que según me enteré piensa enviar al ministerio del Interior. Su título es “Manual para la generación de conflictos”.
Abuela, esto que estás escribiendo te puede poner al margen de la ley. Me temo que ningún ciudadano puede estar haciendo manuales para generar conflictos.
Querido nieto, me dijo. Lo que ocurre que estoy recopilando, en un documento, la forma en que el gobierno, su ministerio del Interior y -ahora mismo- todos sus ministros y representantes regionales, se las ingenian para que cualquier problema ciudadano y en consecuencia político, se transforme en un conflicto policial y posteriormente escale a uno de carácter nacional y de grandes proporciones.
Abuela. Me parece que estás exagerando. Mucho me parece que el tema de los conflictos ciudadanos es un fenómeno de carácter mundial en el cual el gobierno de Chile no corre una suerte muy diferente a la de otros países.
¿En verdad crees que en otros países son capaces de manejar conflictos igual como lo hemos hecho en el caso de Punta Arenas y ahora de Aysén? Y sin esperar una respuesta continuó: yo creo que si el método de “diálogo” entre la autoridad y la comunidad organizada continúa como ha ido hasta ahora, en menos de dos semanas tendremos una nueva escalada de protestas y alguna otra región en pie de guerra.
Pero abuela, ¿tú crees que el gobierno lo está haciendo mal en Aysén?
Mira me dijo, con una voz que me recordó la época en que me enseñaba alguna materia de difícil digestión, lo que acaba de hacer el día de ayer el ministro Álvarez, me imagino por instrucciones de algún experto en “negociaciones”, es la bencina para generar un gran incendio. Esto de poner una condición tan difícil de cumplir para comenzar una conversación, es la forma más fácil de “violentar” a tu contrincante.
Continuó diciéndome: aquí lo que ocurrirá es de difícil pronóstico, pero te puedo asegurar que el resto del país que algún minuto pudo haber dudado de la legitimidad de las peticiones de los habitantes de Aysén, ha empezado a sentir simpatía por ese pueblo que, según sus ciudadanos, sufre de una serie de carencias y que hoy, todos lo pueden constatar por la televisión, está desabastecido, incomunicado y recibiendo perdigones en sus rostros y ojos. Es decir, objetivamente sufriendo.
Pero abuela, parece razonable que el gobierno establezca una posición de poder.Mal que mal son ellos los que tienen que velar por el orden público.
Me respondió. El orden público ya está en el suelo en Aysén y de lo que se trata es de restablecerlo. En ese sentido, existen dos grandes caminos: el del diálogo o el de la represión.
Si el gobierno elige el de la represión, debe tener previamente en consideración que el resto de la ciudadanía debería considerar que es justo reprimir. Cuando el sentir ciudadano es que es “justo reprimir”, entonces esta acción sólo trae reconocimiento por actuar con la fuerza debida. Cuando, en cambio, la ciudadanía siente simpatía por un movimiento social, encuentra que los ciudadanos involucrados están sufriendo privaciones y represión injusta, entonces tiende a sumarse a la protesta.
Pero abuela, el ministro de Salud declaró que este es un movimiento orquestado desde Santiago, me imagino que por motivos “políticos”.
Su respuesta fue inmediata. Este es un movimiento político, de eso no existe duda de mi parte. Pero debo decirte que es un movimiento “político ciudadano”, en donde la inmensa mayoría de los habitantes de la región están involucrados. Por último cuando los gobernantes utilizan la calificación de “movimiento político” con el propósito de menoscabar, o de hacer menos respetable los objetivos de la protesta, se están equivocando de la peor forma. La política y los movimientos políticos son los más nobles de los movimientos ciudadanos.
Pero abuela, ¿qué podemos hacer?
Pareciera que a estas alturas sólo nos resta confiar en la “Divina Providencia”, lo que para una vieja agnóstica como, yo no es gran cosa.
Me despedí y observé cómo ella se concentraba en su documento: “Manual para la generación de conflictos”.