Abuela, ¡qué bueno verte! ¿Cómo has estado? ¿Cómo pasaste tus vacaciones? ¿Has descansado?
Me sonrió y, luego de mirarme fijamente, me dijo en voz baja: demasiadas preguntas para iniciar la mañana. Estoy muy bien, algo trasnochada. Tú sabes que siempre me ha gustado el Festival de Viña; cuando era joven no me perdía ninguno. Llegaba temprano a la función de la tarde.
Pensé que estaba demasiado anciana: ¿“la función de la tarde” en el Festival de Viña?
En eso estaba, cuando ella se apresuró en aclararme: en los años sesenta, el Festival tenía funciones en la tarde y en la noche. En las tardes asistían los más jóvenes y en las noches los mayores.
Mi abuela me estaba hablando de lo que pasaba hace 50 años, en los inicios del Festival.
La quedé mirando con admiración. Su memoria es portentosa (bueno, suponiendo que fuese como ella me estaba relatando y no se estuviese confundiendo de evento).
Mi abuela tomó de su taza de té y me preguntó: ¿ubicas a ese conjunto los Bunkers y a ese joven Manuel García?
Sí abuela, son muy buenos.
Sí, me dijo. Esos Bunkers, ¡qué bien hablan español! Uno podría pensar que son chilenos.
Abuela: ¡Son Chilenos!
¿Verdad? No los había escuchado antes. Son macanudos. Y ese García lo encontré muy poético. ¿Puedes conseguirme sus discos?
Por supuesto abuela, te los conseguiré.
Me apresté a iniciar la retirada. La conversación me había resultado fácil. Nada de preguntas por Aysén, nada sobre el tema del rescate griego. Menos sobre qué está pasando con la reconstrucción, sobre las formalizaciones de autoridades por el tsunami. Ni siquiera sobre qué pienso que sucederá este año con los estudiantes.
Me levanté y me acerqué para darle mi beso de despedida, cuando ocurrió lo que temía.
Mira, me dijo indicando una noticia: el ministro Chadwick dice que “tenemos una Onemi mejor preparada que hace dos años atrás”. ¿Tú qué opinas?
Bueno abuela. Yo creo que la actuación de la Onemi en el terremoto y tsunami ha sido bastante criticada. Es posible que el ministro tenga razón. Han pasado dos años y seguro se han incorporado mejoras técnicas y de procedimiento a la antigua Onemi.
Me miró y dijo: ¡Que lamentable!!
Abuela, ¿por qué dices que lamentable?
Bueno dijo: es lamentable que el único método para verificar si la Onemi actual es mejor que la que teníamos, sea tener otro terremoto y otro tsunami. Resultaría demasiado oneroso comprobar si el ministro tiene razón.
No quise agregar nada a la conversación. Me dispuse a partir. Ya estaba algo atrasado.
Un minuto, me dijo: el ministro Chadwick dice que tenemos una Onemi mejor que la que había antes. ¿Y tendremos un ministerio de Vivienda mejor para hacer más casas y más rápido?, y ¿qué me dices de un ministerio de Educación mejor para resolver los temas de educación?, ¿y uno de Salud mejor para enfrentar las enfermedades, el hanta y esas cosas?
Pensé unos segundos qué contestar. En eso estaba cuando escuché: ¿cuándo se referirá el ministro Chadwick a la calidad del organismo del Estado encargado de ver lo que pasa en Aysén y Coyhaique? ¿Será también mejor que el que había antes?
Menos mal que ella no esperaba respuesta.
Al partir, me entregó un papel escrito con su caligráfica letra de “mujer antigua”.
Toma me dijo. Tengo unos encarguitos adicionales. Son unos discos de algunos cantantes chilenos jóvenes. Escuchar a este García me abrió la curiosidad.