Con las encuestas, al igual que con los fuegos artificiales, la gente suele quedarse solo con lo más espectacular o noticioso: cuánto subió el Presidente, cuanto bajó, si son iguales los datos de unos u otros, etc. Lo valioso de ellas es medir tendencias. Y en las mediciones recientes se marcan varias.
La primera es el desprestigio de todas las instituciones. Prelot señalaba que ellas aparecen en política cuando en la colectividad surge otra vida que agrega algo nuevo a la simple existencia de sus componentes.
Las encuestas ADIMARK y CEP de diciembre –con distintos matices- parecieran decirnos que estas ya no serían confiables y que los cauces de la sociedad van por otros lados.
Denotan un profundo desencanto con el sistema democrático y desconfianza en dichas instituciones políticas y productivas.
Todos caen en su nivel de confianza, quedando desacreditadas las Iglesias, los Tribunales de Justicia, el Congreso, el Ministerio Público y las empresas privadas.Para qué decir los partidos políticos y especialmente entre ellos los de la oposición, humillantemente relegados al final de la tabla.
¿Qué explicación hay para eso? Esbozaremos un par de hipótesis que revelarían este enrarecido cuadro:
a) El país atravesó durante 2011 por un proceso de alta expresión social que lo cuestionó todo. Aparentemente se inició en Enero de 2011 con el movimiento ciudadano de Punta Arenas, que alcanzó un nivel de articulación inédito para una región, y siguió con marchas de estudiantes, protestas por hidroeléctricas, reclamos por presuntas demoras en la reconstrucción post terremoto, etc.
Pero la explosión se venía gestando hace rato: los medios de comunicación venían, evidenciando una crisis de las instituciones, jugando en muchas ocasiones a ser verdaderos “justicieros mediáticos populares”. El problema va, pues, más allá si las protestas hayan sido articuladas o no por sectores opositores, ciertamente sí lo fueron, y de manera magistral, por el Partido Comunista.
Dicho fenómeno importa al futuro dos escenarios desconocidos: uno, el cierre definitivo de la transición, pues la ciudadanía perdió el temor pos-dictatorial a manifestarse con un gobierno de Centro-Derecha; dos, un enrarecimiento extraño de la convivencia, que no se manifestó en 20 años de gobiernos de la Concertación. Estos fenómenos generan inquietud en el elector-encuestado promedio, e incertidumbre al analista.
b) Oposición Obstructiva. La estrategia de la oposición parece apuntar a neutralizar a sus moderados y a forzar posiciones unitarias “hacia la izquierda” con el propósito de asestarle derrotas al Gobierno, complicar su agenda e impactar su evaluación.Renunció para ello a la definición de renovación y generación de propuestas propias novedosas con las que reencantar a sus electores. Su único norte pareciera consistir en mantenerse unidos hasta el retorno de Michelle Bachelet, anhelantes del presunto éxito de una probable candidatura presidencial.
Esa estrategia tiene costos para la propia oposición y para el país en su conjunto.
Si Bachelet decide no ser candidata o no pudiera serlo, la elección de modelo de oposición los relegará en el acto a seguir siéndolo por –al menos- una década más.
Al mismo tiempo, nada garantiza una “carrera corrida” para ella: al contrario, es cosa de recordar el escenario de Lavín pos-elección 1999: todos lo daban por el próximo presidente, y el resultado ya es historia. Pero tiene costo para el país.
La demolición de la institucionalidad, de la amistad cívica y de la necesidad de acuerdos no conviene a nadie. Y el día que la actual oposición –supongamos en un escenario optimista para ellos- volviera a ser gobierno, enfrentará el mismo clima enrarecido que le generó a este gobierno.
Hasta aquí el escenario es casi similar al de los piqueteros argentinos, esos que tenían por consigna “que se vayan todos”. Lo que nos lleva a la segunda tendencia:¿Quién aparece mejor aspectado en este escenario?
A mi juicio la Coalición por el Cambio, por diversas razones:
a) no solo por la evidente aprobación entre coaliciones en la que la aprobación de la alianza de Centroderecha supera con creces a la Oposición (incluida en esta la Concertación y el Partido Comunista), sino entre quienes se identifican con la derecha y la centro-derecha, dobla la aprobación que tiene la Concertación, entre quienes se identifican con la izquierda y centro izquierda.
b) Porque, contrariamente a lo que pareciera, la agenda social se corrió hacia la derecha: ¿cómo se explica eso?: la encuesta demuestra una aprobación de la gente a la focalización de recursos para alumnos más vulnerables. Para el 52% de los encuestados, las universidades del Estado o las que reciben financiamiento permanente deben ser gratuitas para los alumnos de hogares de pocos recursos.Por lo tanto el efectista discurso de “gratuidad para todos” no es compartido por la comunidad y mucho menos por los votantes.
c) La gente se aburrió de la violencia en la calle. La CEP muestra una evidente aprobación a las medidas de control de la violencia y marchas no autorizadas. El 49% de los encuestados cree que las medidas para el control de la violencia en las marchas son adecuadas o insuficientes (23% adecuadas, 26% son insuficientes). Respecto de las medidas para evitar marchas no autorizadas, para un 52% son adecuadas o insuficientes (25% adecuadas, 27% insuficientes).Entre ellas evidencia un claro rechazo a las tomas. El 61% rechaza las tomas en colegios y universidades, y un 79% rechaza marchas en lugares no autorizados.
Más aún sí se aprecia que el Gobierno avanza infatigablemente en sus Compromisos. Pese a la complejidad social, a la extensa movilización estudiantil y la sistemática obstrucción de la oposición, ha cumplido sus compromisos más emblemáticos y está avanzando en sus 7 ejes prioritarios (crecimiento/empleo, agenda social, salud, educación, consumidores, otros).
De hecho el propio instituto opositor Chile XXI reconoce el cumplimiento, a menos de la mitad del gobierno, del 50% de su programa.
Así las cosas, la “pole position” para el 2014 la conserva, una vez más, alguno de los ministros del gobierno del Presidente Piñera. La estrategia opositora pareció salir mal. Es que nadie sabe para quien trabaja…