Los dichos con que la sabiduría popular describe situaciones complejas, en este caso el viejo refrán de “Año Nuevo, vida nueva”, es lo más aplicable al debut, para el año 2012, de las declaraciones del Presidente de la República.
En efecto, modificando la autocomplacencia y el triunfalismo de sus incursiones mediáticas, el gobernante señala ahora que “vamos a tener que enfrentar una crisis de la economía internacional muy grande”.
De ahí que desprende que el crecimiento de Chile para este año estará “en torno” al 4% , alejándose velozmente de las constantes afirmaciones oficiales que lo encumbraban –el crecimiento económico- al 6 % y que situaban siempre tales elevados guarismos como la muestra de la eficiencia de las autoridades, que dejarían definitivamente atrás la mediocridad de los períodos concertacionistas.
La crítica del piñerismo fue implacable, hizo caso omiso de circunstancias adversas en que, por cierto, hubo conflictos geopolíticos en el mundo que elevaban el precio del combustible o recesiones que paralizaban las finanzas y el comercio; o alzas y bajas bursátiles y en las tasas de interés.
Entonces, el gobernante actual, que atesoraba incesantemente ganancias siderales gracias a rentabilidades sin parangón de sus empresas, culpaba del bajo crecimiento a los “mediocres”, los que, a su disgusto, tenían mayoría para gobernar.
Ahora, en que debiera asumir la responsabilidad por lo que su ineficiencia administrativa, su dependencia mediática y la soberbia estéril del grupo con que gobierna han situado al país ante una perspectiva de bajo crecimiento y de severos inconvenientes para la Nación, recurre a lo que ayer ignoraba como razón o argumento, señalando que será una crisis internacional.
Por cierto, no puede aceptar que hasta ahora ha desoído las reiteradas solicitudes de la oposición, especialmente la discusión de la Ley de Presupuesto correspondiente al año 2012, para formular un plan de medidas que al país le ahorraran los costos que la improvisación de la autoridad provoca innecesariamente.
En época de crisis, cuando la autoridad sólo comenta y no actúa, vuelven a ganar los poderosos, que especulan y se enriquecen; y los más débiles y los humildes son los que pagan la cuenta.
Hasta el momento, no se conoce cómo el Gobierno enfrentará esta crisis, según sus palabras, “muy grande”. Es de esperar que no sea llamando más representantes de las corporaciones empresariales al Gabinete.