Están en discusión las condolencias.
Las vestiduras han quedado como harapos de tanta rasgadura después de lo hecho por el PC ante la muerte de Kim.
La derecha y la DC han puesto el grito en el cielo.¡Cómo es posible! Y el PC, apurado por “demostrar” su rápido giro (y positivo) hacia el necesario aliancismo democrático, se ha enfrascado en una discusión interna un tanto lastimosa.
¿Correspondía enviar condolencias al partido y al gobierno de la República Popular y Democrática de Corea ante la muerte del Jefe de Estado? ¿Y en qué quedan los derechos humanos?
La derecha chilena gobernó con Pinochet, insigne dictador, y muchos de sus integrantes lloraron su muerte como lo hicieron las matronas de Pyongyang ante el féretro de Kim.
La misma entregó sus sentidas condolencias, y firmó los libros respectivos en la embajada de los EEUU, tras la muerte de Harry Truman, el que ordenó bombardear Hiroshima y Nagasaki.
Los personeros de la derecha chilena, en el gobierno o fuera de él, se condolieron ante la muerte de Franco, Trujillo, Batista y cada uno de los Somoza, todos ellos defensores no de los derechos humanos pero sí de la sociedad “occidental y cristiana”.
La DC chilena solidarizó y apoyó el gobierno de Napoleón Duarte en El Salvador, acusado numerosas veces por atropellos a los derechos humanos, y no me cabe duda que, a su muerte, enviaron las respectivas condolencias por “la irremediable pérdida del camarada Duarte”. La mayoría de ella, además, fue partidaria del golpe de Estado de 1973, y su Presidente lo legitimó a los pocos días.
La izquierda chilena debe renovarse –aún más, debe abrir paso a una nueva izquierda del siglo XXI – pero todo eso debe hacerlo tomando en cuenta su pasado, sus necesarias alianzas de los años 60 y 70, tanto en el terreno nacional como en el internacional. No sepultando lo sucedido. No ocultando lo que fueron las verdaderas y sinceras razones.
La llamada “Corea del Norte”, la República Popular y Democrática de Corea, nació, con un gobierno comunista, al final de la guerra que EEUU declaró en la península con el fin de someterla a tuición, recién terminada la Segunda Guerra Mundial.
Su dirigente máximo fue Kim Il Sung (1948-1994), un líder elevado a semidiós para debilitar, en la medida de lo posible, los cultos a la personalidad que en el comunismo asiático se levantaban en el siglo XX en honor a Stalin y Mao Tse Tung, el georgiano y el chino.
Corea vivió, ante la URSS y China, un fenómeno nacionalista parecido al del catolicismo polaco ante el protestantismo alemán y la ortodoxia rusa. Polonia es católica para ser Polonia ante Alemania y Rusia. Corea del Norte es kimilsuniana para ser Corea ante Rusia y China.
La República Popular y Democrática de Corea tuvo relaciones con Chile sólo tres años: entre 1970 y 1973. Allende con Kim Il Sung.
La República Popular y Democrática de Corea y el Chile de Allende, a pesar de sus profundas diferencias ideológicas, culturales e históricas, tuvieron una estrecha relación y Corea del Norte fue solidaria.
El día 11 de septiembre de 1973, los personeros de la embajada de la República Popular y Democrática de Corea y los de la Embajada de Cuba debieron repeler el ataque militar de que fueron objeto por parte de los fascistas sublevados.
Más aún, ese día el gobierno de Pinochet rompió relaciones de todo tipo sólo con dos países: con Corea del Norte y con Cuba.
Con posterioridad al golpe y durante muchos años, los partidos de la izquierda chilena mantuvieron relaciones políticas con el gobierno coreano y recibieron de el una fuerte solidaridad.
Viajaron a Corea del Norte en los años 70 dirigentes comunistas, socialistas y mapucistas, entre ellos el actual Secretario General de la OEA, para intercambiar solidaridad.
Ese pasado nos une con los coreanos de Kim Jong Il. No podemos ni debemos sepultarlo.
Discrepamos de ellos en su tendencia a endiosar líderes, como lo hacen también los japoneses y los chinos y lo hicieron los rusos.
Esa tendencia a la monarquía es una vieja tendencia, más fuerte en Asia pero también presente aún en los países más desarrollados de Europa.
En Japón, hasta hoy, hay emperadores recién alejados de su “origen divino”. El mismo origen que tuvieron numerosos reyes católicos bendecidos por la Iglesia.
Hirohito (1926-1989) fue hijo de Yoshihito y padre de Akihito, el actual emperador.
Hirohito tuvo que hacer su conversión y “reconocer su carácter humano” por imposición de Mac Arthur después de Hiroshima y Nagasaki.
Discrepamos también de los coreanos de Kim en su estrategia monolítica de desarrollo; en su monopartidismo; en su igualitarismo extremo. No nos cazamos ni con el maoísmo, ni con la teoría del suche (autosuficiencia) coreana.
Nos solidarizamos con los coreanos del norte en su lucha por la autonomía y la independencia, y por la paz y la unidad de toda Corea.
Y enviamos nuestras sentidas y sinceras condolencias a quienes lloraron a Kim Il Sung y lloran a Kim Jong Il.
Son viejos aliados de un tiempo revolucionario que no volverá pero que debe servir
para enfrentar con dignidad el futuro.