Me encuentro participando en una Conferencia sobre Acuicultura en Omán. Sorprendente país. Hay expertos de todo el mundo, y por cierto también “expertos” FAO en estas materias.
La organización del evento excelente, y la hospitalidad de la gente omaní, fantástica.
Muchas veces lo más sabroso de estos encuentros internacionales se da en las reuniones bilaterales o de pequeños grupos.
Y esta oportunidad no ha sido la excepción. Me tocó estar presente en una mesa con distinguidos expositores, de distintas partes del planeta. En esa misma mesa, estaban los representantes de la FAO, (Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas) entre otros.
No faltó material de plática. Y uno de los temas de esa conversación fueron los viajes por “el mundo”, con algunos comentarios de uno de los representantes del organismo multilateral. En vuelos de hasta 8 horas 59 minutos, viajan en clase económica. De ahí, sobre las nueve horas en clase ejecutiva.
Entonces surgió la durísima crítica de un profesor de Trinidad y Tobago, experto en la materia que nos ocupaba, quien se manifestó indignado, “¿cómo era posible, que funcionarios burócratas de un ente internacional, que se preocupa de los pobres y hambrientos de este mundo, tengan estos privilegios?” “La verdad es que eso es una VERGÜENZA”, fueron sus muy duras palabras. Ante eso, los “expertos FAO”, no tuvieron argumentos, ni mucho que agregar.
Solo relato este episodio, como algo anecdótico. Sin embargo, da para meditar.
Uno se pregunta, si en realidad estos burócratas internacionales, pagados por todos los países miembros, (por lo tanto por los que pagamos impuestos), ¿se merecen este tipo de privilegios? ¿Además de sus ingresos bastante elevados?
Da para pensar. Hay crisis en el mundo, hay países con “hambre”, y los organismos que deben dar el ejemplo, que lo den. Creo yo.