Patricio Hales, mi hermano, diputado por Recoleta e Independencia, ha sido protagonista de una noticia a la que los medios le han dado “alguna” difusión. Sin duda, la prensa que ha dado cabida a la noticia es la que está acostumbrada a destacar los problemas al interior de la Concertación, pero el hecho más allá de las intenciones de los difusores, es muy relevante.
Se está buscando un candidato a Alcalde en la comuna de Recoleta y para eso el Partido Socialista hace primarias. Como probablemente la harán otros partidos para luego llevar sus precandidatos a la definición final.
Patricio, interesado en que sean elegidos los mejores vecinos, manifiesta su apoyo o respaldo a determinado precandidato, lo que despierta las iras del presidente del PS y de algunos de sus dirigentes. La reacción parece desproporcionada, pues lanza todo tipo de epítetos y amenazas.
¿Razón del enojo? Que siendo un asunto interno del PS, un diputado PPD no puede pronunciarse.
Argumento curioso y reacción destemplada, pensando en que normalmente los dirigentes políticos manifiestan interés y opinión de lo que pasa con los demás partidos, no sólo los aliados, sino también los adversarios.
En este caso, además, se trata de un pronunciamiento del diputado del distrito, lo que justifica su manifestación de opinión, ya que está moralmente obligado a interesarse por quienes son los candidatos a cargos de representación, para que puedan ganarse alcaldías que llevan años en manos de la derecha, pese a que en las elecciones parlamentarias de Recoleta el diputado concertacionista gana con más del 50% de los votos.
¿Por qué les molestó a los socialistas la intervención de Patricio Hales?
Claudia Serrano, panelista de Cooperativa, haciéndose eco de Andrade lo acusa de poco fraternal y vociferante, sin detenerse a pensar en la relevancia que puede tener que efectivamente los diputados y senadores se interesen en lo que pasa en sus comunas.
No entienden estos dirigentes socialistas que justamente el hecho de que un militante de un partido distinto se interese porque el PS elija a su mejor candidato, es un acto de fraternidad y de respeto profundo.
Pero Patricio Hales se mete en algo más profundo: dice que la reacción se debe a la defensa de las máquinas partidarias, donde, tal como sucede en casi todos los partidos, los grupos que mandan en el interior quieren seguir reproduciéndose, cerrando las puertas a candidatos o líderes que surgen en forma más espontánea y que pueden representar mejor los intereses populares.
Los que dirigen los partidos quieren seguir en el poder y para ello manipulan las elecciones internas, intervienen descaradamente, pues quieren que los dirigentes comunales y los candidatos a cargos de elección popular sean incondicionales suyos. Eso es así, probada y reiteradamente así. En todos los partidos, lo que es evidente.
Pensamos en la DC: dos familias ocupan más de un tercio de los parlamentarios. Se repiten en un mismo matrimonio ministros y subsecretarios. En otros partidos están presentes senadores y ministros, diputados con apellidos repetidos reiteradamente, alcaldes y parlamentarios de la misma zona.
Porque la política se ha empequeñecido, se ha reducido a grupos manipuladores, cupulares, aislados. Es el resultado de un diseño institucional perverso que se nutre de lo peor de las personas: sus ambiciones desatadas, la ansiedad de poder y todo ello lleva a la corrupción.
Esto no es propio de la política, sino de la forma de hacer política que se ha entronizado en Chile desde hace poco más de 20 años. Tratar de que los mejores, los líderes que están fuera del mecanismo de poder, los sectores populares, los rebeldes, ocupen los lugares de las máquinas, es más bien un acto fraternal, de saneamiento, de respeto profundo por la democracia y el pueblo chileno.
La controversia es entre el poder de las máquinas o aparatos partidarios y la apertura de espacios democráticos reales.
Y no se molesten en el PPD, pero apoyo a mi hermano, aunque yo sea demócrata cristiano, pero no sólo porque es mi hermano, sino sobre todo porque estoy de acuerdo con él.